Sofía lucha por sacar adelante a su familia después de ser despedida de su puesto de secretaria.
Carolina está teniendo una aventura con un hombre casado que constantemente incumple sus promesas de abandonar a su mujer.
Bárbara está enferma y tiene demasiadas confesiones que hacerle a su hija antes de morir.
La vida de estas cuatro mujeres se entrelaza cuando Bárbara deja un cuaderno con los terribles secretos de su familia y, junto a él, una bolsita con veneno. Pero ¿por qué ahora? ¿Por qué no llevarse los secretos a la tumba? ¿Qué pretende que haga su hija con el veneno?
Amaia Vera, ante algunos cambios percibidos en el comportamiento de su marido y con demasiadas dudas en su cabeza contrata a un detective privado. Las sospechas se convierten en pocos días en realidad. El detective se mueve bien y las pruebas son irrefutables. La infidelidad es manifiesta. A pesar del fuerte impacto que la noticia le acarrea y tras unos primeros momentos de debilidad, Amaia puede controlar sus emociones. Prefiere esperar.
Mientras tanto Marta Martín nos ha ido presentando, además de a Miguel Elorga, el detective; simpático, que cae bien desde el principio, una persona muy natural, a dos personajes que alternan protagonismo con los anteriores, Carolina del Monte y Sofía Rubio. Hasta aquí, debo decir que la narración es excelente y contada de manera brillante. Marta no fuerza la situación. Con enorme sutileza va perfilando el escenario.
El interés está servido y el suspense va subiendo, despacio, pero sin parar. Impacta la debilidad, en un principio, de Amaia, una mujer con una fuerte personalidad y directora de una empresa en alza. Ya conocemos sus cualidades, seguridad en sí misma y capacidad de decisión. A pesar de la dureza del momento maneja bien su impulsividad y su posible irascibilidad. Pero la vida en ocasiones se complica y dista mucho de ser la que deseamos. Las reacciones pueden ser de lo más dispares en función de madurez y educación. Entrar en bucle es muy sencillo, de ahí a la obsesión, más, porque la mente es inestable por naturaleza.
Una vez planteado el tema principal, a partir de ahí, Marta Martín va despacio introduciendo en los protagonistas miedo, odio, atracción y rechazo y son ellos los que nos van inoculando esos mismos sentimientos a nosotros. Marta tiene la habilidad para que una situación triste y tensa no se haga desagradable y lo consigue utilizando a los propios personajes. La intriga y el suspense se presentan en ese escenario cual irremediables invitados.
Al llegar al nudo todo está en ebullición. Pero las cosas a partir de ahí no van a ser ni como Amaia piensa ni como nosotros creemos o imaginamos. La aparición de unos cuadernos de un pasado no muy lejano desequilibra toda la situación y el efecto que producen sobre ella es definitivo. El camino por el que la escritora nos lleva a partir de ese descubrimiento, es distinto.
“Todo lo que debiste callar” tiene una espléndida primera parte con un tratamiento de personajes admirable y un argumento aparentemente trivial, pero que de eso no tiene nada, en el que Marta Martín Girón realiza un magnífico ejercicio acerca del comportamiento y sus motivaciones. Uno termina la novela sin enterarse, señal inequívoca de que ha gustado.
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