El régimen nazi encuadró en las Juventudes Hitlerianas a los jóvenes entre diez y dieciocho años, convirtiéndola en la mayor organización juvenil de la historia y en una enorme maquinaria de manipulación.
El atractivo de las Juventudes Hitlerianas consistía en transformar las acampadas en entrenamientos paramilitares, las pistolas de aire en armas de fuego, las canciones infantiles en marchas militares, la educación en adoctrinamiento y, en definitiva, a los niños en nazis fanáticos.
Como dijo el insigne historiador Eric Hobsbawn sobre este libro: «Un excelente estudio sobre el intento nazi de adoctrinar a los jóvenes alemanes y una reflexión fundamental sobre los problemas de reconvertir a toda una generación a los valores de la democracia».