Águeda, una campesina de cabellos bermejos, aprendió a leer siguiendo el dedo de Miguel, su marido, mientras este leía el Quijote. Llegó a coger la pluma delante de él, no siendo capaz de trazar una letra entendible, era mujer.
No obstante, a su dictado, él comenzó a escribir una novela, sin saber qué mano trazó aquellas frases que salían de los labios de su ocurrente esposa.
Su secreto era su arma de mujer contra los prejuicios de su entorno, que ni Miguel debía llegar a conocer.