Tiene un protector que lo utiliza; pero la gente cree ciegamente en él. El final es tenso, inesperado y sorprendente. La inmolación del predicador es inevitable.
La historia empieza en los territorios de Vietnam y en el seno de las célebres boinas verdes. Dos de sus miembros: Joe Washington y Andrew Constantine se ven inmersos en aquella guerra y son las manos de este último, a quien apodan «el Predicador», las que cumplirán tareas prodigiosas cuando alguno de sus camaradas resulta herido.
Al término de la guerra los dos amigos regresan a su país. «El Predicador» se instalará en San Francisco, arrastrando el peso de una frustración superior a sus fuerzas. La Biblia es su fuerte y a ella recurre en busca de consuelo. Funda entonces la «Comunidad de Dios», un nombre más entre los muchos que se repiten en los Estados Unidos. Su palabra es poderosa y va acompañada de marihuana, fármacos, alcohol y por supuesto, sexo. Los intereses económicos entran en juego y con los intereses económicos surge la extorsión, la locura y el crimen. Los artificios de «el Predicador» se harán ceniza entre sus manos.
Vemos como el protagonista, Andrew, recorre con su grupo (incluido un harén de chicas a las que ama y con las que tiene sexo obviamente) cada pueblo llevando la palabra de Dios hasta que se topa con un hombre muy rico con el que se asocia y lo hace famoso, claro que con esto ese hombre rico se hace todavía más rico.
El problema comienza cuando «el Predicador» comienza a sentir que está en el camino equivocado. Comienza a darse cuenta de que el interés económico es lo primordial en lugar de que las personas encuentren a Dios y lo acepten en sus vidas porque aunque no lo creas el protagonista es un creyente VERDADERO de Dios, predica con el corazón, ayuda y ama a las personas que están con él.
Por todo ese conflicto interno Andrew decide separarse de ese hombre y hacerlo le traerá consecuencias que nunca imaginó…
El personaje está bien trabajado, sin embargo, pienso que el escritor esta vez se enfocó mucho en la parte administrativa, es decir, como que quería que nos enteráramos muy bien de cómo se hace todo ese negocio, el libro termina en el clímax, con la emoción tétrica de lo que está sucediendo y eso hace que el lector quiera seguir leyendo pero pues resulta que no, así se queda.
