1917. TRAICIÓN Y REVOLUCIÓN

Se trata de una historia del amor separado por las ideologías y la única revolución que nunca ha triunfado. Novela histórica cuyo escenario es una Europa que se desangra en la Primera Guerra Mundial, en la que millones de cadáveres rusos y alemanes yacen en el frente oriental mientras los poderosos se reparten el mundo. 

Desde Londres hasta Constantinopla, y de San Petersburgo a Berlín, los ejércitos, espías, revolucionarios y agentes secretos destruyen los antiguos imperios y forjan los cimientos de un nuevo mundo. Zunzunegui, licenciado en comunicación, especialista en filosofía, geopolítica y religiones, pone al lector en el lugar de los hechos. 

En medio de la guerra de Europa y de la revolución soviética, el agente norteamericano John Mann, tipo misterioso, investiga la trama de toda una conspiración que involucra la muerte del misterioso Rasputín, la esperada caída del Zar, las maquinaciones de Stalin y hasta las más secretas estrategias del líder y estratega Trotsky. Investiga también el reparto de Medio Oriente, a los árabes y turcos, a los bolcheviques y alemanes, y al arma más poderosa del Kaiser en su guerra contra el Imperio Ruso, es decir, Vladimir Lenin. 

Esta es la historia que inició en 1917 y terminó el 9 de noviembre de 1989 con la histórica caída del emblemático Muro de Berlín. Anastasia y Konstantin, dos sobrevivientes de la revolución soviética y separados por el muro, narran su versión de los hechos mientras buscan reencontrarse. 

Una historia del amor separado por las ideologías, de los eternos sueños frustrados de la humanidad, y de la única revolución que nunca ha triunfado verdaderamente.

ÍBAMOS A SER REINAS

Aunque Íbamos a ser reinas, de la experta en violencia de género y políticas de igualdad Nuria Varela, apareció originariamente en 2002, se relanzó en 2008 y ahora se actualiza con nuevos datos sobre la violencia de género entre los adolescentes. Además de ese muchos otros aspectos han debido ser revisados.

 

Como Nuria Varela explica en una nota a la edición actual: “Buena parte de las reflexiones escritas en este libro hace quince años podrían ser retocadas, por ejemplo, ya hay corporaciones municipales o incluso gobiernos autonómicos que convocan un minuto de silencio cuando una mujer es asesinada; también, que se han multiplicado los estudios, análisis y cursos sobre violencia de género para profesionales de la psicología, para todos los actores del ámbito judicial, para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, etc. 

Además, se han redactado protocolos sanitarios de actuación para la detección de violencia en la atención primaria, y se han consensuado códigos de autorregulación para los medios de comunicación y el ámbito publicitario (…). Todo eso es cierto, sí, pero el fondo, el «móvil del crimen» de la violencia de género apenas se ha modificado”. 

 

La pregunta surge de modo natural: ¿Cuál es la razón para la violencia machista? ¿Para que 910 mujeres, en esos últimos quince años desde que se publicó el libro por primera vez, hayan sido asesinadas mientras, sí, se redactaban los protocolos de actuación y se guardaban aquí y allá minutos de silencio? ¿Qué es lo que falla año tras año? 

 

“Como si de un bucle infinito se tratara –prosigue Nuria Varela–, la desigualdad entre mujeres y hombres alimenta y favorece la violencia de género y su impunidad y, al mismo tiempo, el ejercicio de la violencia o la amenaza de la misma, es un dispositivo político que mantiene dicha desigualdad. La violencia de género conjuga, simultáneamente, magnitudes estremecedoras con el desdén mediático y social; está normalizada y naturalizada y desprestigia a la víctima exonerando al maltratador. Ningún otro tipo de violencia combina todos estos aspectos”.

 

El título viene de unos versos de Gabriela Mistral 

–Todas íbamos a ser reinas/

y de verídico reinar/; pero ninguna ha sido reina/ ni en Arauco ni en Copán– 

Revisa los errores y los mitos que circulan sobre la violencia contra las mujeres. Habla de sexo, de miedo, de desigualdad y aborda el maltrato en sus vertientes sicológica, judicial, social y familiar. 

Se trata entonces de un relato a favor de la libertad y de una vida digna y también de una ayuda para quien esté inmersa o inmerso en esa situación pues incluye un directorio de recursos sociales.

JFK: CASO ABIERTO

En el caso del libro presente, la historia empieza una tarde de la primavera de 2008 en la que Shenon recibe una llamada de un abogado que había sido miembro de la Comisión Warren, que investigó el asesinato de Kennedy. Le dice que debería contar su historia, que quizá sea la última oportunidad de contar lo realmente sucedido.

Totalmente entregado, el escritor accedió a la proposición, pero el libro pronto se convirtió en algo mucho mayor: Shenon descubrió que gran parte de la verdad sobre el asesinato del presidente todavía no había sido contada, y que muchas pruebas habían sido escondidas o destruidas por la CIA, el FBI y otros en lugares de poder en Washington. Informes y notas forenses originales quemadas por el propio médico que practicó la autopsia; cartas de amenaza del supuesto asesino, Lee Harvey Oswald, recibidas días antes del crimen, despedazadas y arrojadas al inodoro para no cargar con culpan innecesarias, todo esto lo encontramos entre las tensas y absorbentes páginas del libro de Shenon.

En ellas también aparecen las figuras legendarias que protagonizaron esa época: Bobby Kennedy, Jackie Kennedy, Lyndon Johnson, J. Edgar Hoover, el fiscal Warren y los directores de la CIA Allen Dulles y Richard Helms.

Ahora, tras cinco años de revisión y reconstrucción, Shenon ha conseguido desentrañar algo más de la verdad del magnicidio más famoso del siglo XX, sucedido ahora hace 50 años. A partir de cientos de entrevistas y un acceso sin precedentes a los miembros supervivientes de la Comisión y a otros protagonistas, el sólido y definitivo libro de Philip Shenon cambiará la idea que tenemos del asesinato de Kennedy y de la fallida investigación que siguió.

Inevitablemente, las inquietudes e indagaciones hechas en el campo periodístico sobre el tema se han transmitido también a la pantalla en múltiples formas.

La película de Oliver Stone, “JFK: Caso abierto” es una de las principales referencias al respecto. Toma el camino de la ficción, pero enfatizando el espíritu cuestionador de los asuntos políticos que tanto caracteriza al director. Nos sitúa en años posteriores a la investigación, con el fiscal de Nueva Orleans Jim Garrison como protagonista, interpretado por Kevin Costner. Éste reabre el caso de la investigación del magnicidio, apuntando a una conspiración en la que podrían haber participado el FBI, la CIA y el propio vicepresidente Lyndon Johnson.

El documental “Los Kennedy: La tragedia de un clan” estudia una faceta de la conspiración algo más curiosa, como si la suerte de toda la dinastía Kennedy estuviera decidida por algun tipo de maldición. Más allá de lo peligrosamente esotérico que pueda sonar esto, es intachable que muchísimos de los miembros de esta familia han sufrido desgracias que despiertan un interés morboso, tragedias extrañamente concentradas sobre una misma saga.

Prosiguiendo con la desgracia familiar de los Kennedy, “Bobby” recrea la noche del asesinato del hermano del presidente, el senador Robert F. Kennedy, interpretado por Dave Fraunces. Diversas historias de gente corriente se cruzan en el momento de la tragedia y consiguen un efecto de instantánea globalizadora en honor al recuerdo de Bobby.

Por último, “Trece días” nos lleva a tiempos anteriores, durante la Guerra Fría, antes del asesinato del presidente. La Administración Kennedy se enfrenta a la ofensiva soviética de los misiles en Cuba, capaces de alcanzar en cuestión de minutos diversas ciudades americanas de la Costa Este. Las repercusiones del conflicto están en manos de un solo hombre, y el margen de reacción es mínimo.

En materia de secretos, ya se sabe que la verdad de los fenómenos políticos, administrativos y familiares de las altas esferas nunca acaba de asomar del todo, pero gran parte de las informaciones que se filtran puede ayudarnos a saber un poco más, al mismo tiempo que a desconfiar de todo lo que se nos cuente sobre ello.