Emilia Serrano pone la figura de Cuauhtemoc, contra su rival español, el capitán Hernán Cortés. Cuauhtemoc, rey de Izancanac, hombre gallardo pero triste, grave y pensativo con sus ojos negros y profundos y su mirada dulce y melancólica, es considerado culpable de una conspiración contra los españoles y condenado por Cortés por haber intentado alterar la tranquilidad del ejército.
El capitán Hernán Cortés, llegado a México, con un numeroso cortejo de oficiales y sacerdotes, con su incontrastable voluntad y valor indómito es presentado en toda su plenitud, en sus aspectos positivos y negativos. Conocemos la figura del conquistador no sólo en calidad de caudillo ambicioso, temerario y audaz, de espíritu aventurero, sino también como un hombre generoso, franco y discreto y, sobre todo, muy profundo, respetuoso y caballeresco con su mujer, la seductora doña Juana de Zúñiga.
Conducido al suplicio, Cuauhtemoc mostró su integridad delante de la condena y quedó sereno e impasible con la enérgica bravura de guerrero y la grandeza propia de un rey. A lado de Cuauhtemoc, encontramos Xihuitl, su hermosa y fiel mujer, dispuesta a vengar la muerte del marido.