miércoles, 10 de abril de 2024

LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS

Publicado por Lucky en 17:30 0 comentarios

Es un libro de las memorias de Wiesenthal, que se publican el año 1967. Murió en Viena, el año 2005 con 96 años, por lo que algunos casos que aparecen sin resolver en el libro, con el tiempo sí se llevaron ante la justicia. Fue enterrado en Israel.

Es preciso hacer justicia con la misma forma de nombrar a este judío que sufrió en sus carnes y en su existencia la crueldad del nazismo. Conocido como “El cazador de nazis”, fue lo contrario, un buscador, investigador, detective para encontrar a los nazis que cometieron crímenes de lesa humanidad y llevarlos ante la justicia, incluso evitando que fueran asesinados extrajudicialmente.

A los 40 años fue liberado de un campo de concentración en Ucrania. Fue detenido en Checoslovaquia al ser ocupado este país, por el simple hecho de ser judío. Estuvo internado en cinco campos de concentración. Cuando la URSS hicieron otro tanto en Polonia su padre y hermano fueron asesinados.

Joseeph Wechesberg hace el prólogo, a modo de introducción de lo que el autor contará. Nos hace ver cómo sus logros se convierten en noticias de prensa muchos años después de haber finalizado la II Guerra Mundial y de iniciarse la campaña de desnazificación que se quiso hacer tanto en Austria como en Alemania. Se encargó de pedirle y publicar los trabajos de investigación que realizó.

La Gestapo fue la policía secreta, pasando a ser la policía de los campos de concentración, donde murieron 6 millones de judíos y otros tantos por pertenecer a otras minorías raciales o simplemente “enemigos”.

Le preocupa el resurgimiento del neonazismo en Europa. Por ello pienso que es un libro que adquiere actualidad y previene de lo irracional, cuyo peligro es que se normalice. Advierte del proceso de adoctrinamiento social durante los años previos. Al final el autor explica el sentido de contarlo, pues “¿cómo podría nadie creer semejante horror sin haber pasado por él?” Lo acontecido rompe cualquier esquema por irracional que sea.

Wiesenthal creó una red de corresponsales. Tuvo un gasto enorme en facturas de teléfono. No recibió dinero alguno del “capitalismo judío internacional”, aunque sí que colaboró con los servicios secretos y policías de Israel y de muchos países, no siempre valorado en su quehacer. A los nazis que buscó los llamó “sus clientes”. Hizo fichas de más de 22.000 personas.

Cuenta como los judíos iban a la muerte llorando y rezando, pero nunca suplicaron por sus vidas, como sí que lo hicieron los nazis condenados a la máxima pena, cuando antes no se suicidaron. No siempre logró sus objetivos, pero comprobó como muchos falsificando su identidad se adaptaban como hombres de negocio, vecinos ejemplares y personas en apariencia honorables.

Se casó con una mujer también judía, Cyla Müller. Pudo ocultar su origen judío falsificando papeles. Su marido lo intentó, pero lo atraparon.

Creó en Linz – Austria el Centro de Documentación Judía. Luego otro que lleva su nombre para denunciar el antisemitismo. Fue conocido cono “la conciencia del Holocausto”.

El año 1942 se puso en marcha “la solución final del problema judío”, dando lugar a una ola de horror desde el 28 de mayo de aquel año. Murieron su madre, su suegra. “Un mar de locura”. Por ejemplo matar a grupos de judíos para celebrar el cumpleaños del Führer. Se vendieron a prisioneros judíos como esclavos para empresas.

El autor fue compañero del príncipe Radziwill, dee la nobleza polaco lituana, que con el tiempo se casó con la que hermana de la que fuera viuda de John F. Kennedy. Se divorciaron el año 1974.

Fue liberado por los americanos en el campo de concentración de Mauthausen, el 5 de mayo de 1945. Vio un tanque gris con una estrella blanca. Así comienza Wiesenthal su narración. El crematorio dejó de funcionar. Dejaban de ser “infrahombres”. Miró a los SS, algo que no pudo hacer antes. Habían cumplido órdenes, no hicieron nada mal. Un lema de las SS fue “Mi honor es la lealtad”

Mauthausen pasó a ser zona soviética. Los soviéticos tenían infiltrados del Partido Comunista en la policía alemana. El autor se trasladó a Linz, zona americana, donde se dedicaría a investigar los crímenes de guerra. Se reencontró con su mujer, que le dieron por muerta, pero escapó. Tuvieron una hija: Paulinka.

Participó en el Comité Judío. Se capturaron nazis de poca monta. Los de alta graduación habían escapado. Los ingleses tuvieron problemas con los judíos en Palestina. No quisieron perseguir a nadie. A los prisioneros se les dio de comer y cigarrillos. Los americanos soltaron a muchos nazis que fueron apresados luego muchos de ellos como criminales de guerra.

Para Wiesethal los americanos no entendían el problema nazi, consideraron que era algo que pasaba a la Historia. Usaban a muchas mujeres como interpretes, siendo víctimas de “LA MEJOR ARMA SECRETA NAZI: las Fräuleins”, bellas mujeres solteras. Las hacían caso los investigadores aliados por su poder de seducción y de esta manera llamaban a quienes querían investigar los crímenes de guerra alarmistas y vengativos. Se conformaban con un proyecto de reeducación.

El horror del genocidio iba saliendo a la luz poco a poco. Se entrevistó con un jefe de la antigua Asociación de Militantes Judíos de la Unión Soviética. Varios grupos de esta asociación lucharon durante la guerra. Pretendían que al acabar la guerra pudieran llegar a Palestina.

Supo de un granjero en Viena que tenía una explotación inmensa de pollos. Pensó que pudiera ser Adolf Eichmann, un criminal nazi diabólico, responsable de la solución final en Polonia. Escapó del campo de concentración en el que fue hecho prisionero de guerra. Vivió unos años en Baviera baja, hasta que el año 1950 huyó a Argentina como «Ricardo Klement» y luego con otra identidad: Otto Eckman. Fue apoyado por la iglesia argentina, como refugiado y trabajó como instructor en el ejército de Perón. Hasta que con la información aportada por Wiesenthal el servicio secreto de Israel, el Mossad, le detuvo y fue juzgado en Israel, condenado a la horca el año 1962.

El año 2015 se hizo una película sobre el proceso judicial. Cuenta Wiessenthal que vestido de soldado parecía alguien diabólico, pero de traje oscuro una figura de cartón vacía. Sin per personalidad y obediente, obsesionado por una idea fija. Su mejor defensa fue que era increíble lo que hizo, algo inconcebible. Dijo que un centenar de muertos es una catástrofe, pero cinco millones de cadáveres son estadística”. Fue un buen padre de familia, miembro de la iglesia presbiteriana, hasta la comunidad judía de Linz le condecoró. Alegó que se limitó a hacer su trabajo. “No era antisemita, pero sí antihumano”. Su lectura favorita era la lista de quienes iban a morir al día siguiente. Además fue un alemán hebreo, al haber nacido en Palestina, en una colonia templaria alemana. Se le llamó “cabeza de la rama judía de la Gestapo”. Su padre fue director de la compañía de tranvías. Él fue dueño de un almacén de accesorios eléctricos. Al acabar la guerra se quiso hacer pasar por judío. Había estudiado hebreo, pero no lo llegó a hablar. Fue un producto perfecto del nazismo. Para él el Fürher siempre tenía razón. Quiso formar una legión alemana para los árabes en el Cairo. Sus camaradas le consideraron un idealista fanático.

Los alemanes nazis compraron a los ucranianos judíos, para que los entregaran. 30 marcos por cada uno. Se quejó después de que quedase4n demasiados judíos vivos, pues les achacó a ellos que Alemania perdiera la guerra. El autor de estas memorias evitó que mataran a los hijos de este genocida, porque los judíos no podían actuar como los nazis.

Eichmann estudió la francmasonería, como si se tratara de una secta judía cuyo objetivo era dominar el mundo. Estudió la ley judaica y el sionismo. , fue el mayor experto en el “problema judío”. Les quiso vencer con sus propias armas. La idea inicial fue echarles de Alemania para evitar que impusieran el “mundo judío”. Las autoridades británicas no le dejaron volver a Jerusalén. Para él deberían de ir en masa a Palestina, en una emigración forzada. El cambio de planes fue en 1938 cuando los nazis destruyeron tiendas y sinagogas judías. Para vengar la muerte de un diplomático nazi a manos de un judío. Para Hitler no hay sitio en el mundo para los judíos y el año 1942 se redactó la “solución final”.: Asesinato en masa.

En, Vilna, lo que se llamó la Jerusalén de Lituania, se pasó de haber 80.000 judíos a 250 con vida. Franz Murer fue el principal responsable de esta matanza. Los testigos que sufrieron sus acciones le consideraban un sádico, “el carnicero de Vilnius”. Fue detenido en la granja que explotaba, pues no era quien creyeron, Eichmann. Fue entregado a las fuerzas de ocupación. Fue juzgado en Alemania, el año 1955, y condenado a 25 años, pero a los cinco le soltaron para que fuera juzgado en Austria. Fue absuelto, a pesar de las pruebas contra él. Y fue vitoreado y aclamado por quienes simpatizaban con él. Murió en 1994 con 82 años sin arrepentirse ni pedir perdón. Se hizo una película sobre este caso: “Caso Murer”. Sus vecinos le calificaban como un buen hombre y excelente vecino. No huyó para convencer de que era inocente de lo que pasó durante la guerra, bajo la cuestión de que cumplía órdenes.

Según Wiesethal al juzgarle Inglaterra como fuerza de ocupación en un principio, por aquel entonces la potencia Británica luchaba contra los colonos judíos en Israel, en aquellos meses en que las autoridades británicas atendían los actos turbulentos que precedieron a la aceptación de Israel como nación in dependiente (1948). Les preocupó más que los criminales nazis, los trasportes ilegales de judíos a Palestina, que sucedieron a través de Italia. El Irgum, una organización judía extremista y violenta, hizo descarrilar un tren militar causando la muerte de un soldado británico. El año 1949 le juzgó un tribunal soviético, porque sus actos criminales fueron hechos en zona soviética. Condenado a 25 años de trabajos forzados.

Se empezó conmutar sentencias de nazis convictos y a suspender sentencias. Wiesenthal trasladó toda su información, fichas, informes y demás a Jerusalén.

Por el Tratado de Austria de 1955 los soviéticos devolvieron los prisioneros de guerra austriacos. No figuraba Murer. ¿Error burocrático? Muchas sentencias contra los nazis fueron rebocadas, otras no se ejecutaron, incluso la cadena perpetua. Murer volvió a estar dirigiendo su granja, miembro del Partido católico del Pueblo y presidente por elección de la Cámara de Agricultura del Distrito.

El año 1961 la Congregación Judía de Viena hizo una rueda de prensa sobre el tema: “Asesinos entre nosotros”. El año 1969 volvió a ser detenido. Él lo negaba todo. Hubo testigos de cómo mató con sus propias manos. La prensa apoyó a Murer, porque recibió cartas de apoyo de políticos. Fue declarado “no culpable”. Hubo gente que le quiso matar, pero Wiesenthal prefirió llevarlo a los tribunales.

Un interesante capítulo es el de “Los secretos de ODESSA”, una organización clandestina de nazis distribuida por el mundo que permitió escapar a muchos otros y darles una identidad falsa. Contaba con mucho dinero, que explicará de dónde lo cogieron. Las rutas fueron de Alemania a Italia y Austria, de allí a España, o a países árabes, donde los expertos nazis fueron tenidos en gran estima. Y una tercera ruta a Sudamérica.

Hasta la caída de Perón, 1955, Argentina fue la Tierra prometida de los cabecillas nazis. Luego fue Paraguay su refugio, el de la élite de los SS. ODESSA fue una organización tremendamente eficaz. Los nazis usaban su arma secreta, las bellas mujeres alemanas y austriacas, para camelar y convencer a los “inocentes extranjeros” que acabaron apoyando a los nazi en su huida. En su retiro insisten en establecer en el futuro un Cuarto Reich. A ello, veremos, dedican mucho dinero. Es algo que no debiera pasar desapercibido, pues lo harán de manera camuflada.

FEDRA

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Una novela que da voz a Fedra, la hija de Minos y esposa de Teseo, sentenciada por la historia como la peor de las calumniadoras.

La historia de FEDRA como nunca se ha contado.

En Atenas, la multitud se dirige al juicio más asombroso de la Antigüedad. La familia real está sumida en el escándalo. Fedra, la joven esposa del rey Teseo, ha acusado de violación a su hijastro, Hipólito.

Él es un príncipe, un jinete experto, un joven prometedor con toda una vida por delante. Ella es la última de una estirpe de mujeres cretenses de dudosa reputación.

Los hombres de Atenas tienen que decidir quién dice la verdad. Mientras tanto, las mujeres de la ciudad, sin voto, se reúnen entre las sombras. Ellas saben que la verdad, en la era de los héroes y los monstruos, es escurridiza.

La verdad siempre tiene dos caras y la de las mujeres nunca se había contado.

Hasta ahora.

Laura Shepperson reescribe en clave feminista una de las figuras más controvertidas de la mitología y subvierte el mito más perdurable de todos: que las mujeres tienen la culpa de la violencia que se les impone y son la causa de su propio sufrimiento.

 

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