Magnicidios de la Historia, emprende un ameno recorrido por los asesinatos políticos más significativos de la historia, analizando sus repercusiones para la posteridad. Obviamente no están todos los que son, pero la selección de González-Trevijano es cauta y bien direccionada, como se desprende de las argumentaciones que acompañan a cada personaje abordado, poniéndolo en retrospectiva y prospectiva, única manera de entender cabalmente esta sucesión de tiempo en la que estamos y que va configurando la Historia. El ensayo abre y cierra, respectivamente, con los asesinatos de Julio César y el de Aldo Moro, abarcando entremedio el de Lincoln, el del archiduque Francisco Fernando de Austria, el de Nicolás II y su familia–indesligable de cierta bruma de romanticismo, pese a la contrastada incompetencia del zar que apuntaba hacia el cruento desenlace- el de Trotsky, los mediáticos atentados contra Ghandi y contra Kennedy y, por lo que nos toca a los españoles, el asesinato de Carrero Blanco por parte de ETA.
Al trasluz de las conspiraciones y los fanatismos propios de los crímenes de lesa majestad, se siluetea un prosaico y atemporal “quítate tú que me ponga yo con mi mayor talento” inherente al individualismo desde que el mundo es mundo. Alguno, como Ernst Jung, expresa esta imposición del credo por encima del escrúpulo con gracioso eufemismo, como la consecuencia de “una personal supercompensación de la duda” (p. 183).
Esta reseñista ha disfrutado enormemente la lectura de este ensayo en ameno tono divulgativo, si bien ha echado en falta que el autor no lo haya inaugurado con el que tal vez haya sido el ajusticiamiento de mayor repercusión en la historia de la humanidad, el del primer “apostol de la no violencia”: el de Jesús de Nazaret. Alentamos al autor a darnos su versión del mismo en la que sería una bienvenida segunda parte.
