jueves, 20 de diciembre de 2018

EL DIARIO DE JACK EL DESTRIPADOR

Publicado por Lucky en 15:59 0 comentarios
Tras más de cien años de debates sobre la identidad del asesino más famoso de la historia, un sensacional hallazgo aclaró en 1992 al aparecer el diario manuscrito de un comerciante de Liverpool, llamado James Maybrick, con la rúbrica de Jack el Destripador. 
En ese documento estremecedor, el asesino comenta con todo detalle sus crímenes, habla del placer que le proporcionan y se burla de los esfuerzos infructuoso de la policía.
Maybrick acudía a Londres todos los fines de semana, que era cuando tenían lugar los crímenes, y conocía el terreno ya que había vivido de joven en el barrio donde se producían. Por si fuera poco, su diario contenía algunos macabros detalles que la policía nunca había hecho públicos.
IMPORTANTE: Si eres impresionable (o como se decía en el Londres victoriano, eres de espíritu delicado), o menor de edad, NO SIGAS LEYENDO.
Sólo se cobró cinco víctimas, casi nada en comparación con los actuales Chikatilos, Sutcliffes, Nielsens o Buntys, pero quedó para siempre en la historia criminal. En parte, porque fue el primer serial killer o, en términos más correctos, adicto al asesinato con que topó una policía moderna. En parte, porque Londres era en su época la capital del mundo. En parte, porque su identidad quedó en el misterio. 
Jack the Ripper, el Destripador, mató por primera vez el 31 de agosto de 1888 y desapareció tras destrozar espantosamente a su quinta víctima, Mary Kelly, en la madrugada del 8 de noviembre.Desde entonces, los ripperólogos han especulado con múltiples sospechosos: conspiradores masónicos, el médico de la reina Victoria, el mismísimo nieto de la reina, el abogado sin clientes Druitt, el estudiante de medicina Klosowski, el pobre judío Kosminski, el vagabundo Ostrog... Al cabo de 105 años, el misterio podría haberse resuelto por fin. El nuevo y sólido candidato se llamó James Maybrick, fue empresario algodonero en Liverpool y dejó de matar porque su esposa, harta de malos tratos, lo envenenó.
La pista que ha conmocionado a los ripperólogos de todo el mundo es un viejo diario, oculto en algún desván de Liverpool durante más de un siglo, en el que Jack detalló sus cinco asesinatos. El diario sólo ha sido visto por la escritora Shirley Harrison, que piensa publicarlo en octubre; por una productora de televisión, que lanzará un documental simultáneamente, y por un pufiado de especialistas selectos, comprometidos bajo contrato a no decir palabra. La datación del papel no ofrece dudas: es de fínales del siglo pasado. Y uno de los especialistas que han examinado el diario, Donald Rumbelow, ha comentado que la evidencia "parece sólida". Rumbelow es agente de Scotland Yard y, probablemente, el mejor especialista mundial en ripperología. Si él, que se ha carcajeado de muchas teorías anteriores, concede verosimilitud a ésta, habrá que estar atentos al presunto diario de Jack.
El auténtico nombre del asesino no ha sido revelado por los poseedores del diario. Fue un periodista de Liverpool quien, el jueves, averiguó gracias a una serie de coincidencias que el presunto autor del mismo fue James Maybrick. Shirley Harrison no confirmó ni desmintió el dato.
Maybrick encaja con la supuesta descripción física del asesino (mediana estatura, bigote, ojos penetrantes) de que disponía el inspector Abberline, el hombre que persiguió al Destripador. Era alcohólico, se drogaba con arsénico, sufría accesos de furia y tenía un desenfrenado apetito sexual, lo cual coincide con un perfil psicológico elaborado hace cinco años por el FBI. Pero era cincuentón, mientras los testigos y el FBI situaban al asesino en la treintena.
Su método de actuación, que corresponde al criminal organizado (arma propia y casi ninguna improvisación), es compatible con el Maybrick residente en Liverpool y con empleo fijo, que viajaba periódicamente a Londres para visitar a su hermano: los cinco crímenes fueron cometidos en fin de semana.
Maybrick fue envenenado a principios de 1889 por su esposa americana, Florence, a la que maltrataba asiduamente. Ella fue condenada a muerte, se le conmuté la pena y acabó muriendo en Estados Unidos en 1941. Tal vez nunca supo del siniestro diario que escribía su marido.
 

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