Es el año 30 a. C., la princesa Selene tiene diez años y hasta ahora ha sido la niña más protegida de Egipto, pero todo ha cambiado. Camina por el palacio vacío llevando una cesta tapada y algo se retuerce dentro, se dirige asustada seguida de su gemelo Helios y su hermano pequeño Filadelfo de seis años a la estancia donde su madre Cleopatra está prisionera por orden de los romanos. Su padre Marco Antonio ha muerto (se ha clavado una espada en el pecho). Roma ha entrado en Alejandría quemando, violando y destrozando todo a su paso y Marco Antonio ha preferido el suicidio antes que caer prisionero. La reina se despide de sus hijos, da un regalo a cada uno de ellos. Cuando se retiran Cleopatra mete la mano en la cesta y se oye el siseo de áspid.
Después del funeral los niños son conducidos en un barco a Roma. Al llegar les visten con atuendos reales y los encadenan como si fuesen animales y así les hacen desfilar, junto a otros prisioneros por las calles. Son insultados y apedreados. A Selene la ciudad le parece horrible, altos edificios torcidos, calles llenas de mugre una pobreza tremenda les rodea. Octavio levanta un cuchillo para acabar con ellos y Selene le pide piedad, pero son las súplicas de la hermana del Emperador, Octavia, las que consiguen el perdón.
Es en casa de Octavia dónde los tres hermanos son acogidos, convivirán con otros huérfanos que se encuentran en sus mismas circunstancias. Allí serán educados en el amor al trabajo, la sobriedad, la austeridad y el machismo más feroz que pretende imponer Octavio para regenerar a la sociedad romana, relegando a la mujer a un mero objeto de procreación y de servidumbre en el hogar. Comprobarán que son piezas de ajedrez en manos del Emperador, y si les mantiene vivos es porque le interesa para sus alianzas políticas.
En esa casa se viven intrigas de todo tipo, enfrentamientos entre Livia, la siniestra esposa de Octavio y la hermana de este. Las cosas se complican cuando a Selene le salen extraños jeroglíficos tatuados en los brazos y debe enfrentarse a la realidad: es portadora de la magia de Egipto y de Isis. Selene es la más inteligente de los tres hermanos y debe luchar para protegerlos, es consciente en todo momento de la hipocresía de Octavio que finge quererlos pero los mantiene vivos por su utilidad, así como de su pretendido puritanismo en público mientras en privado Livia hacer peinar Roma en busca de jóvenes vírgenes para el emperador.
Selene va creciendo y sus poderes mágicos aumentando en ese mundo mezquino que ha implantado Octavio y que choca con la educación que recibió en Egipto donde la mujer era exactamente igual al hombre y a los esclavos se les respetaba (los romanos son de una crueldad extrema, como diversión muchos esclavos acaban como comida de las lampreas y muy pocos consiguen la libertad). Debe fingir someterse a las reglas, pero también aprender a confiar en algunas personas. Descubrirá la grandeza de Octavia y el remordimiento que esta buena matrona arrastra y como ama sinceramente a los tres hermanos. Asimismo que los años de convivencia entre los diversos huérfanos han establecido lazos de cariño con algunos y de auténtico odio con otros. También es consciente que Octavio “quiere tener su propia Cleopatra, y quiere servirse de ella para controlar todo el Norte de África”.
El libro se centra en Selene, esa gran desconocida. Iremos descubriendo a lo largo de sus páginas si fue capaz de sortear las mil trampas que les acechaban a ella y a sus hermanos y de qué modo su influencia religiosa impregnó todo y hasta qué punto les puso en peligro.
Los romanos no entendían el concepto de espiritualidad, para ellos era un convenio entre el estado y el reino divino, eran más religiosos los hombres que las mujeres. La religión isíaca fue precursora de la cristiandad y fue la primera en desafiar el poder del estado y en preocuparse por la justicia social y alimentó un concepto naciente de espiritualidad personal.
La autora no ha redactado una biografía, es una novela histórica, por cierto bien escrita y bien documentada. Sus personajes están muy logrados, la descripción de la antigua Roma, sus costumbres.
