Su padre, el gran faraón de Egipto, prometió al famoso rey de Israel todo lo que quisiera. Ella nunca podría haber imaginado que su deseo la incluiría a ella.
La princesa Siti está feliz de permitir que su hermana mayor se case con el príncipe heredero por deber hacia Egipto. Anhela casarse por amor, con un gran hombre como los de los poemas románticos que adora. Pero su madre quiere que se case con su temperamental primo, y solo su padre puede revocar el acuerdo.
Cuando llegan noticias del triunfo de Egipto sobre una lejana ciudad cananea, corren rumores de que el gran rey de Israel, Salomón, podría viajar a Egipto para hacer una alianza. Siti anhela conocer a este legendario rey, que es tan atractivo como sabio, pero nunca soñó que podría serle ofrecida como novia.
¿Podrá realmente abandonar su amado Egipto y amar al hombre que la está alejando de todo lo que alguna vez conoció?
La Sra. Smith hizo un excelente trabajo al desarrollar la breve historia de una mujer poco conocida del Antiguo Testamento. El rey Salomón, de quien se decía que tenía un harén de 1.000 damas, se casó con una princesa egipcia. Ella le trajo una ciudad muy importante como dote, y él le construyó un palacio propio. Esto es todo lo que nos dicen las Escrituras.
La autora teje una historia fascinante sobre la princesa que hizo un matrimonio político importante, pero que tuvo el privilegio de no tener que vivir en el harén. Siti es la hija del faraón que tiene edad suficiente para casarse, pero le hace una promesa imprudente a su madre de que solo se casará con el apuesto y sabio rey israelita del que ha oído hablar mucho. Sin embargo, ni en sus sueños más locos cree que esto se hará realidad hasta que Solomon venga a negociar y hacer una alianza con su padre. El resto de la novela trata de cómo ella se adapta a la vida en un nuevo lugar, Jerusalén, y de ser solo una de las muchas esposas de Salomón.
Me encantó leer esto desde la perspectiva de Siti, Jill Eileen Smith sabe capturar muy bien las emociones de los personajes. Aunque no me gustaba su terquedad, siento que los conflictos de Siti con Salomón por sus dioses egipcios fueron realistas y no endulzados. También me encantó el gato de Siti, Abdukar, especialmente cómo actúa como su caja de resonancia a pesar de que en realidad no puede responder. También disfruté la presencia de Betsabé en la novela y los consejos que le da a la princesa egipcia.
Aprecié cómo la autora intentó lidiar con el hecho de que Salomón se alejara de su fe y cómo Siti se culpa a sí misma por ello, aunque ella no era la única culpable. También aprecié la atención al detalle, especialmente cuando se trata de los diversos aspectos de la cultura y religión egipcias, aunque es sólo una novela corta. Sentí que la autora era capaz de contar una historia convincente sin omitir ningún detalle importante en sólo 100 páginas, y lo logra casi a la perfección.