Ahora, en un coche oficial del Obispado de Cáceres, se llevan a sus cuatro hijas. Ella misma cedió la custodia de las niñas, aconsejada por el Párroco del pueblo, mientras duraran sus estudios, para protegerlas de las miserias y los peligros de la posguerra.
Pero se da cuenta demasiado tarde de que todo ha sido una venganza de los vencedores y va tomando conciencia de que le han robado a sus hijas.
Sabe que no las volverá a ver.
¿Podrá sobreponerse Matilde a este nuevo golpe de la vida?
Solo existen dos caminos, aceptar su derrota o derrotar a sus verdugos.