En esta oportunidad, esta obra centra su atención en Lorenzo de Médici, un personaje que, ante la mirada del lector, va sufriendo un proceso de transformación, que lo llevará a convertirse en un ser ávido de poder, un ser que llega a concluir que “ser señor de Florencia los está alejando a todos de mí. Como si fuera un apestado. No tengo amigos […] tengo una familia, es verdad, pero, ¿cuánto de lo que acontece en mi vida lo he elegido efectivamente?”.
Matteo Strukul, autor de esta novela, ubica al lector entre febrero de 1469 y septiembre de 1479 para que viva, de primera mano, cómo el poder va moldeando a un personaje, al punto de expresar que “no hay espacio para sentimientos de piedad en un hombre con mis deberes. ¡No me puedo permitir ser un idealista!”.
La obra, al igual que la vida misma, se nutre de diferentes temáticas y escenarios. Por sus páginas, el novelista y dramaturgo italiano lleva a todo el que se aproxime a esta novela por atmósferas de fino erotismo que surgen de esa gran pasión que siente el protagonista de esta historia por Lucrecia Donati, descrita por el narrador como poseedora de una “sensualidad irrefrenable […] todo en ella era pura fascinación, seducción, misterio y aventura”. En un encuentro furtivo entre Lorenzo y Lucrecia, se narra que “poco a poco las acometidas de Lorenzo se hicieron más ardientes. Mientras él le presionaba los oscuros pezones, ella experimentó un éxtasis que no creía posible. Todavía sentía su lengua al vuelo, lamiéndole los dientes, los labios, hasta buscar de nuevo la suya. Entonces Lucrecia sintió que se elevaba”.
Por otro lado, en medio de esta época del Renacimiento, el arte está en todo su esplendor. Para Lorenzo de Médici, el arte siempre estuvo en un lugar privilegiado: “Siguiendo las enseñanzas de su abuelo y de su padre, Lorenzo estaba convencido de que el futuro de Florencia residía en la paz y en la prosperidad, en el arte y en la literatura. No desde luego en el conflicto”. Sin embargo, pese a esta claridad de ideas, la realidad se torna un tanto diferente. Aunque el hijo de Piero de Médici, y hermano de Giuliano, escribía poesía, sus ansias de poder se desbordaron. El conflicto con Volterra contrastaba con esa relación de admiración y amistad que existía entre él y el famoso Leonardo, para quien “la libertad y el amor por el conocimiento eran muy fuertes, y también eran los únicos sentimientos que trataba de proteger en su propia vida”. Tal y como le había advertido Federico da Montefeltro, “será una guerra y, por más que la queráis disfrazar, no habrá modo de convertirla en algo mejor de lo que es. Será sucia y con mucha sangre” y, efectivamente, así sucedió.
Los vientos de guerra no se hacen esperar, y la cólera de Lorenzo, como nuevo señor de Florencia, se torna implacable al revitalizar la posición de Florencia ante una ciudad como Volterra, que “lloraba su propio dolor, con sus hijos convertidos en perros callejeros”.
‘Un hombre al poder’, de Matteo Strukul, es una novela dirigida al público adulto, ávido de recorrer la historia de Europa a partir de las vivencias, los errores, los triunfos, los fracasos, los amores, los destellos y los abusos de poder de un nuevo líder, Lorenzo de Médici.
