Así se inicia la historia que nos relata, desde su posición de mudo testigo privilegiado, un bello costurero de madera. Un testigo que sólo adquiere voz sonora cuando llega la noche y se comunica con sus compañeros de mobiliario.
En una Valencia y Cuba de la segunda mitad del siglo XlX, se sitúan las vivencias de dos hermanas, Clara y Ana y de sus respectivas familias; así como de personajes secundarios que son protagonistas de sus propias historias y se entrelazan con las de los demás: Matilde la maestra, José el jardinero, Enrique el detective y Dominga la esclava…
Nuevas generaciones de hombres y mujeres que desafían los convencionalismos sociales de la época, para dar paso a una sociedad donde la mujer empieza a tener valor por ella misma. Un valor que va más allá de sentarse a coser en el salón de su hogar.
Este libro es el resultado de una ilusión, de una fuerza de voluntad por parte de la escritora de contar una historia, que define su manera de pensar. Una historia de dos mundos, de unas mujeres que vivieron su vida al son de unos tiempos difíciles. Es una historia de lectura agradable, que a medida que avanza te sumerge en un mundo surrealista de personas y objetos inanimados que cobran vida. Que hablan, que viven, que aman. Es una historia comprometida y con compromiso por la época en que se desarrolla. Merece la pena leerla mas de una vez, para poder apreciar la cantidad de matices que muchas veces en la lectura rápida se nos pasan por alto.
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