LA MALDICIÓN

Una noche de juerga. Una conducción temeraria. Un atropello. Y después, el infierno. Un thriller de terror que te pondrá los pelos de punta. Apple Valley, California, años cincuenta. Tras una noche de juerga, Johnny y sus amigos van de camino a casa a bordo de un Cadillac por las solitarias carreteras del desierto de Mojave cuando chocan contra lo que creen un cactus. No obstante, al volver la vista atrás descubren el cuerpo de una pequeña india paiute, tendido en el polvoriento suelo. Sin moverse. Sin vida. Asustados y nerviosos, Johnny y sus colegas deciden no dar parte al sheriff de Apple Valley y, simplemente, darse a la fuga e intentar olvidar lo sucedido. 

Pero los muertos no olvidan. A la mañana siguiente, uno de los muchachos que iba en el coche aparece asesinado en medio del páramo. Y no será el primero en caer. Uno a uno, todos aquellos que huyeron serán perseguidos. La maldición ha empezado. Y nadie va a impedir que se cobre su venganza.

Narrado en primera persona, Johnny nos muestra a su adorado Cadillac Eldorado Brougham del 57, y como va con el arriba y abajo, por el caluroso asfalto de California. Ya que en el pueblo de Apple Valley, poca cosa más puedes hacer. Y es que el lugar es tan típico y a la vez tan aburrido y monótono, que comprendí que Johnny le hiciera tan feliz el sentimiento de libertad y autonomía que le ofrecía su coche.  

Sus amigos Mike, Willy, Laura, Joshua y como no su novia Lucille Becket formarán parte del fatídico incidente que acaba con la vida de la pobre niña paiute (que por cierto a lo largo del libro me cae cada vez mejor), porque la realidad no es solamente que la han atropellado y la han dejado morir abandonándola, sino que además no todos ellos (por no decir casi ninguno), son lo que parecen o cuanto menos tienen sus secretos.  Y de una forma u otra la muerte/asesinato de la niña y a través de la maldición que esta les otorgara, hará que salgan a la luz todas las verdades, la mayoría de las veces de una forma bastante dramática.   

Yo a medida que iba leyendo como era el pueblo y su gente más convencida estaba que sería más fácil y estimulante vivir en el cañón del colorado. Llego un punto en que empecé a sentir hasta un poco de agobio, y pensé que la única que había sido inteligente allí, era la hermana de Johnny al mudarse. 

Pero por otra parte ese mismo clima o ambiente que envuelve el pueblo, unido a las consecuencias que rápidamente tiene la maldición de la niña paiute, son los perfectos para la novela.

Ni decir tiene que al final termine encariñándome de Johnny, y no solamente por las graves consecuencias que le conlleva la fatídica maldición que lo está machacando casi literalmente, y que hasta te da pena. Sino  también porque a medida que todo avanza llega un punto de paranoia en el que empieza a dialogar mentalmente consigo mismo. Y cuanto más paranoico se volvía más divertidos y locos son sus pensamientos a la vez que también empieza a mostrar su verdadero yo y su verdadera personalidad, que a mí personalmente me gusta mucho más que la del Johnny del principio que intenta regirse por unas "normas" de conducta impuestas no solamente por su familia y la gente del pueblo, sino también hasta cierto punto por el mismo.  

Como último punto diré que el final me ha gustado mucho, creo que es justo para todos y en todos los sentidos. O sea que no hay mal que por bien no venga. Ahí lo dejo...