Sin embargo, a medida que llega a conocer y respetar a Tobiah y su gente, comienza a cuestionar sus planes de escape. Pero cuando su pasado tiene consecuencias dolorosas e inesperadas, la paz provisional que ha encontrado con Tobiah, los hebreos y Yahweh se tambalea hasta los cimientos. ¿Podrán el corazón y la fuerza de Alanah resistir las amenazas que se ciernen sobre su vida y sobre todo lo que ha llegado a amar?
En la primera novela de esta serie, el lector conoce a Kiya, una joven egipcia que elige a Yahvé en lugar de Egipto y huye con los israelitas al desierto durante el Gran Éxodo. El segundo libro, la historia de Shira, cuenta la historia de una israelita que intenta encontrar el lugar que Dios ha creado para ella en el vasto desierto. En concreto, tiene lugar el primer año que los israelitas están en el desierto, donde tontamente adoran al becerro de oro, aprenden la Torá y construyen el Mishkán. La novela final, la historia de Alanah, ilustra a una joven cananea excepcionalmente enojada que quiere vengarse de las personas que mataron a su padre y a sus hermanos. Así, el escenario final es el final de la historia del Éxodo, cuando la nueva generación de israelitas, bajo el liderazgo de Josué y el poder y la gracia de Dios, luchan contra los cananeos para ganar la Tierra Prometida.
Alanah es fascinante. Es hermosa, fuerte, trabajadora y excepcionalmente talentosa con el arco y la flecha. Pero también es dura y desesperanzada. Ella es una mujer joven que ha crecido en el entorno del libertinaje y la vileza de Canaán, lo ha detestado toda su vida y se siente absolutamente desesperanzada por sus circunstancias (es una chica joven, soltera, bonita, sin dinero ni familia, pero se niega rotundamente a convertirse en una prostituta de culto; preferiría suicidarse). Ella sabe que las acciones de su pueblo están mal, pero no tiene a quién recurrir. La violencia, la prostitución, los sacrificios de sangre a Baal... todo esto literalmente le revuelve el estómago. Este libro no elude ni encubre la verdad sobre lo que practicaban los cananeos a diario.
Canaán era un lugar malvado, y la Sra. Cossette lo ilustra acertadamente de una manera bien escrita y muy investigada. En “Una nota del autor” al final del libro, Cossette afirma: “Aunque puede haber sido difícil leer acerca de las atrocidades de Canaán, tanto como lo fue escribir algunas de ellas, sentí que era necesario describir la naturaleza brutal de las tribus que conformaban Canaán… Las civilizaciones que destruyeron la vida humana en sacrificio a sus dioses desaparecieron, de una manera u otra”.
Tobías, el israelita de quien Alanah se enamora, es un gran personaje. Es fuerte, tranquilo, gentil y vulnerable. Tobías, de la casa de Judá, es un soldado del ejército israelita. Confía al 100% en que Dios va a entregar Canaán en manos de los israelitas. Incluso está dispuesto a luchar contra los cananeos a cualquier costo. PERO, no espera conocer a Alanah, una cananea, y enamorarse. La mejor parte de esta relación es la paciencia. Alanah es claramente una mujer que sufre. Tobías también tiene que superar un poco de dolor. Ambos son un poco desconfiados entre sí, como es de esperar de enemigos, pero son pacientes el uno con el otro. Cuando su relación progresa hacia el amor, se siente increíblemente genuina y natural.
Una de las cuestiones que se plantean en esta novela es la de las quejas de los israelitas contra el maná y su aburrimiento ante él. Al principio, no le di importancia a esas quejas. De hecho, pasé por alto ese detalle. No me di cuenta de que muchos de los israelitas volvían a quejarse y a quejarse hasta que trajeron a una forastera, Alanah, al campamento y le dieron un poco de maná. Cuando Alanah prueba el maná por primera vez, es una experiencia muy agradable. Esta mujer venía de un lugar gris y oscuro. Cuando come el maná, empieza a aprender acerca de Yahvé y Su Torá, y experimenta respeto, se siente un poco abrumada por todo ello. En un momento, cuando ya no puede soportar más las quejas, regaña a un grupo y les explica que la vida en Canaán sin Dios es dura. Para ella eran jornadas largas y arduas, agotadoras. Trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer sin mucho que mostrar. Los regaña por dar por sentado la protección y la provisión diaria de Dios. Ella está sorprendida de que ellos puedan comportarse de manera tan ingrata.
Los israelitas quejosos, Alanah y el maná son metáforas. Alanah es la nueva conversa al maná (¡JESÚS es el Pan de Vida!) y ella no puede comprender cómo los israelitas podrían quejarse por la provisión diaria. Alana, quien experimentó hambre y necesidad reales a veces, no podía entender a un pueblo que era desagradecido por un alimento constante y nutritivo por el que no tenían que trabajar, ¡o por un Dios protector y amoroso! Los israelitas representan a los viejos conversos que han hecho del maná un ritual religioso, algo que hacen de memoria y sin relación con el Dios que provee. Este es un GRAN recordatorio para mí: ¿es importante el maná en mi vida? ¿Tengo una relación con Jesús? ¿O se ha convertido el maná en una cosa religiosa que hago?
Hay mucho más que podría decir sobre esta novela, pero creo que eso me llevaría a arruinarlo todo. Basta decir que esta novela es hermosa. Está bien escrita, bien documentada y es realista. Tiene un ritmo rápido y está llena de acción. No te puedes aburrir de leer este libro. Al igual que las otras novelas de esta serie, este libro me ha dado una nueva apreciación por la historia del Éxodo en la Biblia y por el Dios que tanto amo.
0 comentarios:
Publicar un comentario