jueves, 4 de julio de 2024

JUDAS: ASÍ TRAICIONÉ A MI HERMANO, EL GÁNGSTER MÁS FAMOSO DE HOLANDA

Publicado por Lucky en 18:35

A un mal perro, a un perro que muerde, hay que meterlo en una jaula. o sacrificarlo.

Willem Holleeder es uno de los criminales más celebres de Europa. Obtuvo cierta notoriedad al secuestrar, en 1983, al presidente de la cervecera Heineken. 

Durante décadas ha manejado a sus parientes como si fueran un apéndice más de sus negocios mafiosos, llegando a amenazarlos de muerte si se atrevían a traicionarle. a su hermana Astrid, sin embargo, Willem la consideró siempre su confidente. Vive escondida porque tuvo el valor de escribir este libro. Tras observar cómo su hermano se abría paso en el hampa, apenas cumplía ninguna de las condenas que recibía y morían tanto sus socios como quienes osaban denunciarle, Astrid decidió cambiar las tornas. 


Empezó a colaborar con la fiscalía y a grabar las conversaciones con Willem, para obtener pruebas que permitieran condenarlo definitivamente. Nadie sabe cómo terminará la partida. Judas no es solo una historia de crimen real: es un retrato espectacular sobre las relaciones de familia y el sentido de la traición.


La abogada, amenazada de muerte, explica desde su escondite su vida junto a Willem, el criminal más famoso de Holanda. 


Nacieron en una casa tiránica, donde la violencia empezaba con el buenos días y el miedo era el estado anímico por antonomasia. Papá le pegaba a mamá, y entre trago y trago, entre golpe y golpe, ellos también recibían lo suyo. Ellos eran Sonja, Willem, Gerard y Astrid: los cuatro hijos de los Holleeder , condenados de nacimiento a heredar un dolor que cada uno invertiría a su manera. Sonja se casó con un hombre controlador que no le hacía ascos al crimen. Astrid, la estudiosa, se matriculó en Derecho y optó por la abogacía. Gerard se alejó de todos. Y Willem… Bueno, Wim cogió lo peor de su padre y se convirtió en el gánster más infame de toda Holanda, perpetuando, para horror de sus hermanos, la pesadilla de ser un Holleeder.


Hoy tiene sesenta años y está en la cárcel esperando sentencia. También es famoso. ¿El motivo? Que tuvo la idea de secuestrar al gigante de la cerveza Freddy Heineken y a su chófer, Ad Doderer, embolsándose una buena cantidad de millones con los que forjó un imperio inmobiliario. No fue la única de sus fechorías. En su haber tiene extorsiones, asesinatos (entre ellos, el de su cuñado) y demás lindezas que supo ocultar con su equipo de abogados. Sin embargo, todo cambió cuando su hermana pequeña, Astrid, decidió colaborar con la Justicia, arrancarle una confesión grabada y testificar en su contra. Ahora está amenazada de muerte por él y vive en el anonimato. Ni Google conoce su rostro. Si sale a la calle no olvida su disfraz. Tampoco su chaleco antibalas.


Su drama lo cuenta ella misma en « Judas » (Reservoir Books), un libro de memorias que causó furor en Holanda hace algo más de dos años y que acaba de llegar a España. A lo largo de las páginas, Astrid intenta explicar todo lo que la llevó a traicionar a su hermano. Por eso vuelve a esa infancia terrible que, dice, transformó a Wim en un «psicópata». «Éramos niños tensos. La amenaza constante que flotaba en nuestra casa no dejaba espacio para la tolerancia y la comprensión mutua (...) Él –inconscientemente– imitaba a mi padre, y yo tenía que decir que mandaba él, igual que mi padre le hacía decir a mi madre que él era el que mandaba allí. Si no lo hacía, me pegaba, igual que le pasaba a mi madre», escribe la autora.


Después llegó el crimen, que trastocó la vida de toda la familia. El secuestro de Heineken los puso sobre el mapa, y las autoridades los miraban con lupa. Sus conversaciones telefónicas se convirtieron en diálogos en clave, y a Astrid, que nunca le habían puesto ni una multa, la tacharon de sospechosa. La Justicia se oponía a que ingresara en el colegio de abogados, aunque lo único que había hecho ella era comprar la cinta para la máquina de escribir con la que su hermano redactó la carta para pedir el rescate del magnate… Su sombra la perseguía. Su apellido la condenaba .


Llegó un momento en el que la única salida era la traición. Su hermana Sonja pensaba lo mismo. Era 2015. Wim ya estaba en prisión. Juntas consiguieron sacarle una confesión, que registraron con una grabadora que escondieron en sus partes más íntimas, para pasar los controles de metales. Luego declararon. Y ahí empezaron las amenazas de muerte, los sicarios, las huidas. «Mi pérdida ya es casi completa: mi trabajo, mi casa… Lo he perdido todo. Pero sigo viva », confiesa en las últimas páginas.


«Judas» concluye con un demoledor epílogo en forma de carta, que Astrid dirige a su hermano. « Me parte el corazón haberte encerrado , pero créeme cuando digo que estoy ahí dentro contigo. Te condenaré a cadena perpetua, pero yo también la sufriré. Tendré una vida llena de miedos, hasta que llegue mi hora (...) Me habría gustado que las cosas fueran diferentes, pero no me dejaste alternativa», asevera. Ya al final de la misiva le dice que todo lo ha hecho por sus asesinatos, por todos esos hijos que se han quedado sin padres por su culpa. «Que Sonja, Sandra y yo tendremos que pagar con nuestras vidas por testificar contra ti ya lo sabes. Nosotras también. El único motivo por el que sigues con vida es que quieres quitarnos la nuestra. Sin embargo, a pesar de esa certeza, Wim, todavía te quiero», remata.

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