sábado, 25 de diciembre de 2021

LA COMEDORA DE PECADOS

Publicado por Lucky en 16:09

«Ahora lo invisible ya es visible. Ahora ya se oye lo que no se oía. Los pecados de tu carne pasan a ser pecados de la mía, y me los llevaré a la tumba en silencio. Habla». Estas son las palabras que cada día oye May de boca de su maestra, la única comedora de pecados de la ciudad. 

Tras la confesión del moribundo, ella devora los alimentos que le presentan, expiando así las faltas a través de sus entrañas. La comedora es una mujer maldita, que no puede hablar, a la que no se puede tocar, con la que no se cruzan miradas. Una mujer que da consuelo a pobres y ricos, también en los palacios, donde se esconden los crímenes más siniestros. Y la joven May, ahora aprendiz, pronto asumirá el desdichado rol. 

En algunas zonas de Gran Bretaña existían personas que se dedicaban a ingerir pan junto a los féretros de los fallecidos para absolverlos de sus pecados. De ellas solo se sabe que eran parias de la sociedad. Eso le bastó a Megan Campisi para urdir la trama de La comedora de pecados.

Para facilitarnos el camino, al comienzo del libro incluye una lista de pecados con los respectivos alimentos que hay que ingerir para que sean absueltos. Y esos alimentos dan nombre a los capítulos, lo cual anticipa en qué pecados se va a centrar en esas partes de la historia. Asimismo, anexa el árbol genealógico de la familia real (ficticia, pese a lo que pueda parecer). Dicha familia es el eje del conflicto al que se enfrenta May, la protagonista, que nos narra sus vivencias en primera persona. Se trata de una chica de quince años que se convierte en comedora de pecados para librarse de la cárcel. Pero pronto comprueba que su nuevo oficio es mucho peor.

Solo pueden ser comedoras de pecados las mujeres y están muy mal vistas (cómo no, la culpa es de Eva): ni se las mira ni se las toca. Cargan con los pecados de todos, sin derecho a confesarse o a ser absueltas; pero si son sumisas y obedientes, sus almas se elevarán hasta el Creador. Por su parte, los familiares de los fallecidos tienen la obligación de sacarlos del mundo con la menor mancha posible.

Las comedoras de pecados escuchan la lista de faltas de los moribundos y guardan siempre silencio. Sobre el féretro se ponen los alimentos que comerán para absolverlos. De este modo, los presentes conocen los secretos de los fallecidos. Pero ¿y si aparece un alimento que no toca y todos asocian al muerto de turno con un pecado que no cometió? En ese brete se ve envuelta May, y está relacionado con las doncellas de la reina y la familia real al completo. Por si fuera poco, también sospecha de un secreto familiar propio que, de confirmarse, daría un giro a su visión de sí misma. A partir de ese momento, su cometido primordial ya no consiste en absolver pecados, sino en impartir justicia.

Con esta trama de intrigas palaciegas, en la que la lucha por el trono es también un enfrentamiento entre religiones, Megan Campisi profundiza en los conceptos de pecado, identidad y libertad.

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