miércoles, 15 de julio de 2015

EL CINECLUB DE MERYL STREEP

Publicado por Lucky en 15:38
Las hermanas Isabel y June y su prima Kat, distanciadas desde hace años tras una tragedia familiar, son convocadas a pasar unos días en el hostal que la madre de Kat posee en la costa de Maine. 

Aunque sorprendidas por esta invitación, las tres aceptan. Cada viernes por la noche se reunirán, un poco a desgana, para ver las películas de la actriz favorita de la anfitriona, Meryl Streep. 

Sin quererlo, acabarán compartiendo secretos, hablando sobre el amor y la vida, poniendo en duda todo lo que creían saber sobre ellas. Con películas de fondo como Mamma Mia, Los puentes de Madison County y Memorias de África, las tres descubrirán quiénes son en realidad y qué es lo que de verdad quieren.

La madrugada del día de Año Nuevo de hace quince años, Lolly Weller, que regenta un pequeño hotelito familiar en Boothbay Harbor, en el estado de Maine, se encuentra en la cama con su marido Ted, que ya duerme, y viendo en la televisión una película de Meryl Streep. Su hija Kat y sus dos sobrinas, Isabel y June, están también en sus camas desde hace mucho rato. Sus sobrinas están allí porque la hermana de Lolly, Allie, y su marido han ido a celebrar la nochevieja a un hotel cercano. En ese momento suena el teléfono y Allie le pide a su hermana que vaya al buscarles, que han bebido mucho y así no pueden conducir: Lolly despierta a Ted para que vaya él y aprovecha para hacer una llamada de teléfono mientras llega de vuelta… pero jamás llegará. Un accidente de coche acabará con la vida de Ted y de sus cuñados.

Quince años después Lolly se pone en contacto con sus sobrinas June e Isabel, que tras el accidente vivieron con ella hasta que se independizaron, porque quiere darles una noticia. Isabel, casada y sin hijos, acaba de descubrir que su matrimonio es una mentira y que su marido le es infiel. June, que fue madre soltera con apenas 21 años tras una aventura apasionada de apenas dos días, trabaja en una librería en Portland, pero de repente se ha encontrado sin empleo y sin casa. Para ambas volver a lo que podrían llamar hogar familiar, al que sólo regresaban en fechas concretas, es también una huída y una búsqueda de refugio. Allí encontrarán a Kat, su prima, que no sabe para qué las ha llamado su madre y las tres piensan que va a vender el hotelito. Pero Lolly les anuncia que padece un cáncer bastante avanzado y que quiere que ellas se hagan cargo de todo mientras sigue le tratamiento.

Para Isabel y June es la oportunidad de alejarse de sus problemas a pesar de su nula experiencia en la gestión y mantenimiento de un hotel. Con Kat la relación es lejana, aunque se tienen cariño y las tres quieren mucho a Lolly, pero todo es nuevo y complicado. Para unirlas como grupo, cada viernes por la noche, Lolly organiza sesiones de cine en la que participan las cuatro y algunos huéspedes. Será un ciclo de Meryl Streep y tras ver cada cinta, hablaran de lo que han visto y sacarán conclusiones de lo ocurrido en las películas pero también de sus propias vidas o de lo que podían haber hecho o no. Recordarán su infancia, su juventud, sus errores y aprenderán a perdonarse y a entender qué es lo que quieren. Y se unirán más que nunca alrededor de Lolly, que poco a poco va cediendo a la enfermedad.

Las protagonistas tienen cada una su propia historia, generalmente marcada por la desgracia que las unió aquella madrugada de Año Nuevo, y cada una, posteriormente, tomó un camino guiadas, supuestamente, por amores intensos que las completaban. Isabel se casó con Edward, a quién conoció en el grupo de apoyo para superar la muerte de sus padres. Él es toda su vida, su único amor, con el que llegó a un pacto que ahora empieza a escocerle en el alma… y descubre en una tarde que no sólo le es infiel sino que lo es con una conocida de ambos. Y además le confiesa que la ama. Hacerse cargo del hotel de Lolly por tiempo indefinido le dará perspectiva. Y conocerá a Griffin, un huésped muy atractivo y encantador que volverá a hacer latir su corazón.

June se quedó embarazada con 21 años de un chico al que conoció una noche y que antes de 48 horas había desaparecido de su vida sin dar más explicaciones. Su hijo es su razón de vivir, pero el recuerdo de John no deja de perseguirle. Se ha quedado anclada en aquellos dos días de pasión y amor descontrolado y no saber qué fue de él le impide seguir adelante con su vida o conocer a alguien a quien amar. Su regreso a Boothbay Harbor hará que se reencuentre con Henry Books, dueño de la librería del pueblo, y que es también guapo, fuerte y con un atractivo arrollador.

Kat mantiene una relación con Oliver, su amigo de la infancia, con quien no tiene secretos y que la conoce mejor que nadie. Todo el mundo da por sentado que se casarán y vivirán en el pueblo, pero Kat no termina de estar segura ni de querer quedarse allí ni de los sentimientos hacia Oliver. Le quiere, sí, pero hay algo que no termina de encajar. La enfermedad de su madre hará que conozca a Matteo, uno de los médicos que la tratan, hijo de padres italianos que regentan una pastelería en el pueblo. Y como no, Matteo es guapísimo, fuerte, musculoso y atento.

Resulta cuando menos curiosa esa repetición de estereotipos masculinos para los tres. No se si es que en ese pueblo sólo había hombres de anuncio o es que la autora quería hacer hincapié en que sus protagonistas podían conseguir tales ejemplares sin más ayuda que su encanto personal. Y ahora que lo pienso, lo cierto es que las descripciones detalladas brillan por su ausencia. Se nos dan ciertos datos, como el color de pelo o de ojos o la forma de vestir, sobre todo para las chicas y en los hombres se incide mucho en los músculos del torso o de los brazos. Lo demás queda un poco a la imaginación del que lee.

Igual que June, aunque en su caso se me ha hecho muy complicado entender esa fijación casi enfermiza por el padre de su hijo, un músico que en pocas horas le dio una pasión que desconocía y que desapareció para siempre sin una palabra. June se ha cerrado al amor porque siempre piensa que John va a aparecer por la puerta para cuidar de ella y de su hijo y las preguntas del niño sobre su padre no hacen sino aumentar su obsesión. Incluso cuándo la oportunidad de ser feliz se le pone justo delante de los ojos ella sigue aferrada a un recuerdo. Intenso, sí, pero brevísimo y sin final concreto.


Kat a veces resulta francamente molesta. Sumida en un pozo de dudas acerca de su relación con Oliver, se mueve en un constante “ni contigo ni sin ti”. Está segura de amarle, pero no concibe la vida casada con él. Tiene inquietudes, quiere viajar, mejorar sus habilidades como repostera haciendo cursos, visitando otros países y su relación con Oliver parece anclarla al pueblo. Pero nunca dice nada, jamás cuenta qué le pasa por la cabeza y a veces dan ganas de gritarle a la cara que reaccione de una vez. Además la enfermedad de su madre hace que aun esconda más profundamente sus deseos y se convenza, artificialmente, de que su boda con Oliver le traerá felicidad. Su continuo debate consigo misma parece saltar cuando conoce a Matteo, pero ni así modificará su actitud.

Lolly es el centro alrededor del que giran su hija y sus dos sobrinas. Siempre ha sido una mujer fuerte que las sacó adelante con esfuerzo y con cariño y ahora, debilitada por la enfermedad y la quimioterapia, sigue haciendo lo posible por que sean felices. Sus sesiones de vídeo en la sala del pequeño hotel le traen pequeñas alegrías cotidianas. Puede hablar de los personajes, de las frases dichas, de lo mucho que Meryl Streep supone en su vida. Y se da cuenta de que cada viernes y cada película son un revulsivo hacía las tres chicas, porque empiezan a interiorizar cosas que hasta ese momento ni siquiera podían entender. Incluso ella se dará cuenta de cómo están cambiando. Y quizá podrá, en algún momento, contarles el secreto que ha llevado en el alma desde la noche del accidente.

La facilidad con que June consigue trabajo en la librería de la localidad gracias a su amistad con el dueño es casi milagrosa al igual la adaptación de las tres a la gestión del hotel de Lolly, fácil y sin fisuras, incluso sabiendo que su relación anterior era errática y se veían apenas tres veces al año. Hay saltos temporales, con periodos de tiempo no demasiado prolongados, que a veces cuesta coger cuándo llegan hasta que has leído un par de páginas porque piensas que continuas dónde lo habías dejado un momento antes y es posible que hayan pasado dos o tres semanas.

No he podido identificarme con ninguna de las protagonistas, aunque en según que situaciones sí que puedes entenderlas. Tienen modos de pensar muy curiosos y aunque puedes reconocer algunos (sobre todo si ha habido en tu vida traumas infantiles o perdones que no se han dado) en general las tres protagonistas parecen moverse en el filo de situaciones que no resultan muy creíbles. O quizá es que el modo de ver las cosas en Maine no coincide en demasiadas cosas con el nuestro. Y sus relaciones con los hombres están lastradas por pesos muy poderosos hasta que consiguen sacudirse el exceso de equipaje. Pero los hombres que están ahí para descubrirles otro mundo son también muy curiosos: no parecen tener defectos, siempre están dispuestos a escuchar, a entender, a dar tiempo, a complacerlas en todo, a abrazar sin ninguna otra intención. Y eso es casi un recurso de novela romántica o a mí me lo parece.



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