domingo, 15 de abril de 2012

BRUJULA PARA NAVEGANTES EMOCIONALES

Publicado por Lucky en 13:00

En el fondo instintivo de nuestro ser, no pensamos, sentimos. Estamos hechos de emociones. A lo largo de los siglos nos hemos esforzado en encerrarlas en sistemas de vida ordenados y represivos. Pero actualmente vivimos en un mundo que nos abruma con tentaciones y decisiones múltiples y esta nueva libertad hace imprescindible que sepamos usar nuestra inteligencia emocional.Este libro recorre las distintas etapas de maduración emocional y social del ser humano no sólo como individuo, sino también en relación a las personas que conforman nuestro entorno: padres, hijos, pareja, compañeros, amigos?

En el umbral del siglo XXI las emociones, gracias a las puertas abiertas por la neurociencia, pueden catalogarse, comprenderse e incluso gestionarse: son la llave de nuestro centro neurálgico, llámese cerebro, alma, conciencia o libre albedrío. Conocerse a uno mismo permite descubrir las fuentes de nuestra felicidad, nuestra ira y nuestro dolor para poder convivir armoniosa y plenamente con nosotros mismos y con los demás.Algunos padres, conscientes de que la vida es difícil fuera del hogar y decididos a fortalecer a sus hijos frente a futuros obstáculos y decepciones, deciden poner el énfasis en fomentar su independencia y su combatividad. Es el caso, por ejemplo, de los padres que obligan al niño a dormir solo desde los primeros meses, aunque esté aterrado; que lo dejan llorar de hambre regularmente con tal de no incumplir sus horarios de comidas; que lo obligan a pasar largas horas jugando solo en su habitación o en el parque, porque «así aprende a estar solo y a ser independiente». Educan al hijo al son de que «la vida es dura, espabílate, búscate la vida». [...]Existe un error de base muy común en los distintos enfoques educativos actuales.
Tendemos a sobreproteger a nuestros hijos en el plano físico y a abandonarlos en el plano emocional. Un ejemplo típico es el del niño que mira la televisión sin control adulto y que, por tanto, está expuesto a escenas de violencia, maltrato o sexo que no está preparado para comprender desde el punto de vista emocional. Las consecuencias de la desprotección emocional son graves: niños desconcertados que «desconectan» de la violencia emocionalmente y que están sensorialmente sobreestimulados. Los padres no pueden renunciar, en aras de la comodidad o de la falta de tiempo, a proteger la vida emocional de los niños. 
A menudo compensamos esta desprotección emocional con una sobreprotección física, que dificulta que el niño se responsabilice de sus actos y lo priva de una sana libertad para ejercitar su autonomía. La falta de espacios seguros fuera del hogar es una de las lacras actuales de nuestra sociedad que fomenta la sobreprotección física.

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