EL LUGAR SIN LIMITES

En generaciones pasadas, El Olivo era una ciudad popular, pero con el paso de los años se fue hundiendo en la miseria. La mayoría de los habitantes del pueblo tienen una relación directa con el diputado y latinfundista Alejandro Cruz, también conocido como Don Alejo, que es conocido por el gran poder y fortuna que posee, ya que compró prácticamente todo en ese lugar, aparte de unas viñas en las cercanías, que resguarda con fieros perros.

Él se ha convertido en uno de los pocos que aún disponen de energía eléctrica, ya que desviada la carretera los pobladores han quedado practicamente aislados de cualquier tipo de modernidad.

Todo el pueblo conoce y sabe qué es lo que pasa detrás de las paredes de la casa de la Manuela, donde distintas prostitutas prestan servicios a hombres que buscan algo de entretención entre todo el aburrimiento de sus vidas diarias. En los tiempos de gloria de El Olivola casa perteneció a la Japonesa, que murió hace cuatro años, y actualmente le pertenece a la Japonesita, hija de la Manuela y la Japonesa resultado de una ingrata apuesta.

Todo estaba relativamente tranquilo en el pueblo hasta que se sabe que Pancho Vega ha regresado al pueblo tras haberse desaparecido por más de un año, tras contraer matrimonio. El año anterior Pancho con unos amigos habían causado un gran revuelo en la casa de la Manuela, y habían golpeado y maniatado tanto a ella como a su hija. Pero a la Manuela en su interior tiene una especie de amor oculto hacia Pancho y viceversa, a pesar de todo el daño que le ha hecho, sin mencionar los insultos que ha recibido de su parte desde que le conoce. La única persona que se ha dedicado a protegerla ha sido Don Alejo.

Así es como una noche llega repentinamente junto a varios amigos a la casa de prostitutas, quizás en un mal momento, ya que la Japonesita se encuentra sola, y poco antes se ha enterado de que autoridades se negaron a electrificar el pueblo, condendándolo a desaparecer bajo la modernidad dentro de poco. Las cosas comienzan a complicarse, los hombres comienzan a aburrirse de la Japonesita y comienzan a llamar a la Manuela, que es supuestamente la única que podría alegrarles algo la noche.

La Manuela estaba oculta en el patio al lado de el gallinero, ya que sabía que Pancho ha venido a verla a ella, pero finalmente se hace de valor y decide dar la cara a él y todos esos hombres; Animándose por su oculto amor a Pancho, yéndose de fiesta con él, intentando darle un beso recibiendo finalmente una golpiza de Pancho y su amigo y cuñado, Octavio.