Luchó al lado de los oprimidos, los pobres y, en algunas ocasiones, de los vencidos; nunca se rindió ni acudió al indulto y perdón de la Corona.
Al lado de su esposo Andrés Quintana Roo y otros grandes insurgentes, compartió el triunfo de la causa. Su inteligencia y corazón supieron mantener, en el caos, la esperanza y el amor.
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