El dios de Rahab no acudió a rescatarla. El dios de un enemigo le pide su confianza.Cuando el plan de su familia para su futuro fracasa, Rahab se ve obligada a seguir un camino oscuro. Trabajar como prostituta le proporciona una vida cómoda, aunque vacía.
Mientras el ejército israelita marcha hacia Jericó, Rahab debe elegir entre la ciudad que ama y un Dios desconocido que la persigue.
Acompañe a Rahab mientras espera para ver si su fe se mantendrá mientras su cordón carmesí ondea en el viento.
“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido en paz a los espías.” – Hebreos 11:31
En Su infinita sabiduría, Dios se aseguró de que la parte de la historia de Rahab quedara incluida en Su Santa Palabra. Rahab, una mujer que había desperdiciado la mayor parte de su vida en los placeres de la carne y que luego, en un momento, pareció darle la espalda a todo lo que había conocido para aceptar a un Dios al que nunca había conocido. Luego, es ensalzada y su nombre es colocado en una lista de las personas más fieles a Dios que alguien pudiera escribir, solo para mostrar cuán tierno es nuestro Dios con aquellos que lo siguen. El hecho de que Dios no solo haya incluido la historia de Rahab en el libro de Josué, sino que también haya elogiado su fe en los libros de Hebreos y Santiago, me deja continuamente asombrado por Él.
Rahab cambió su vida vacía de dolor por una declaración de fe que finalmente la salvaría y haría realidad una promesa que Dios había hecho antes de que Rahab naciera. La pequeña profesión de fe de Rahab en Dios abrió las compuertas de las bendiciones para el pueblo de Israel. Dios enviaría a Su hijo Jesús, que nació de una línea que contaba a la ramera gentil Rahab como uno de sus antepasados directos, al mundo para pagar el precio de cada pecado cometido, incluido el de Rahab. Podemos ser limpiados y tener nuestras vidas transformadas si, como Rahab, acudimos a Dios con nuestras sencillas confesiones de que "Él es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra". -Josué 2:11.
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