Saben que lo mejor es no trastear con esas historias, dejar el bosque en paz, y así se lo advierten a David Binder, que acaba de alquilar la propiedad de los Beale con su mujer y su hija. Binder intuye que en la leyenda de Virginia Beale, «la Reina de las Hadas del Valle Embrujado», hay buen material para la novelucha de género que, según su agente, le hará salir del bloqueo en el que lleva sumido desde el éxito de su ópera prima.
Pero hay miedos mucho peores que el pavor a la página en blanco, y el proyecto de Binder no tardará en convertirse en una obsesión devastadora. «Si alguien aporrea la puerta en mitad de la noche, no abra. Si alguien llama por teléfono, no lo coja. Al final es siempre uno mismo el que deja entrar esas cosas.» Aquel viejo de la plaza sabía de lo que hablaba. La casa no los quiere allí.
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