La vida de Lis Vázquez, una atractiva reportera sin demasiadas expectativas que malgasta su vida por los innumerables bares del céntrico barrio de Malasaña, cambiará para siempre tras la enigmática llamada de un antiguo amigo de la adolescencia.
La posible desaparición de una pareja natural de Sempiterno, el pueblo donde la reportera pasó gran parte de su juventud, bajo un extraño símbolo pintado con tiza sobre el marco de su puerta, será el punto de arranque de una aventura que llevará a la protagonista a afrontar los fantasmas del pasado a la vez que se redescubre a sí misma.
Su búsqueda de la verdad la conducirá por un sinuoso y siniestro camino hasta descubrir un oscuro secreto guardado celosamente durante generaciones, lo que desembocará en un desenlace trepidante con un punto y final que no dejará indiferente.
Es una obra sobresaliente que brilla por su profundidad emocional y su impacto narrativo. La novela destaca por su poderosa narrativa, que entrelaza las vidas de personajes marginados, creando una trama conmovedora y reflexiva. Basada en una investigación, Díaz captura la esencia la lucha humana contra el olvido y la invisibilidad de manera cruda y honesta, ofreciendo al lector una experiencia literaria rica y transformadora. Con un enfoque realista, esta novela es una lectura imprescindible que deja una marca duradera. Altamente recomendada para quienes buscan una historia profunda y significativa.
La lectura nos acerca a una joven periodista, Lis Vázquez que vive instalada en su rutina de autodestrucción en la que trabajo y alcohol son sus verdaderos compañeros de vida. Un día recibe una llamada de un viejo conocido de su adolescencia, le relata una serie de extrañas desapariciones en la pequeña población de Sempiterno, donde veraneaba y de la que guarda una serie de agridulces recuerdos. Las misteriosas desapariciones, aun siendo distantes en el tiempo tienen en común una extraña huella de tiza que aparece en el marco de la puerta de las viviendas.
Lis aprovecha la oportunidad que le da su jefe y se desplaza con Ned, el joven fotógrado, friki de la informática y juegos en red que deberá hacer frente a sus miedos y paranoias para acompañar a la reportera en sus pesquisas por dar con la verdad.
Regresar a Sempiterno provocará que el pasado despierte del letargo al que había estado condenado durante quince años; el reencuentro con sus viejos fantasmas reabrirá las viejas cicatrices y dejará paso a una nueva oportunidad de hacer las paces con el pesar que lleva arrastrando.
La búsqueda de la verdad, hará que los personajes deban usar su olfato periodístico, infringir la ley e intentar con todo tipo de artimaña investigar en el entorno de las personas que aun desaparecidas, dejan un pequeño rastro de incongruencias que delatarán que algo extraño está ocurriendo en aquel pequeño lugar.
Una novela bien construida, en la que el presente y pasado se combinan en una danza magistral por la que sus personajes se van moviendo atrapando al lector en cada capítulo. Gonzalo juega muy bien con los sentimientos y las sensaciones al tiempp que construye atmósferas asfixiantes en las que logra transmitir la incomodidad justa y necesaria que requiere el texto.
Me encantó cómo va relacionando personajes y acciones de forma contínua para siempre enlazarlos y mantener la atención y desear seguir leyendo. Retrata muy bien las diferentes personalidades de cada participantes de la trama. Es como que el interés en la historia va creciendo progresivamente sin decaer hasta el desenlace final. Me encantó cómo se expresaba el pensamiento, sentimientos e ideas de alguien que no puede hablar.
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