Yo me negaba a escuchar a mi intuición, poniéndome excusas y ocupando mi tiempo en la inagotable lista de quehaceres, para no oír lo que mis presentimientos trataban de decir: el peligro acechaba, caminaba sigilosamente siguiendo nuestros pasos».
Es hora de extender las alas y buscar nuevas experiencias tras un año de luto. Eso es lo que piensa la inquieta Charlotte Hayhurst, a quien Berkhamsted se le ha quedado pequeño, más aún desde que fue a visitar a sus acaudalados tíos a Watlington Manor, donde conoció a un reputado alienista con el que conversó de los nuevos y fascinantes métodos de la terapia moral para tratar a los lunáticos. Tras la muerte de su madrastra, es ella quien se ha ocupado de la hospedería que regentaba, de su padre y de su hermanastra Heather.
Su padre no se opondrá, pues, a pesar de las rígidas normas que encorsetan a las mujeres aún más que la prenda opresiva que se ven obligadas a usar, ha educado a sus hijas como mujeres fuertes e independientes.
Está decidido, pues: emprenderá su camino, ya es hora. Pero cuando se lo cuenta a Heather, una muchacha tranquila, cariñosa y religiosa, esta reacciona de una manera inesperada: no puede prescindir de su hermana, así que irá con ella al Hospital Fairfield, en Bedforshire, donde les espera un duro trabajo como asistentes... y un destino terrible.
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