viernes, 16 de febrero de 2024

LA FARAONA OCULTA

Publicado por Lucky en 17:30

La novela nos presenta la atribulada historia de Amenofis y su esposa Nefertiti en un momento en el que Egipto decide trasladar la capital de su ciudad y volverse, al menos de manera oficial, monoteísta.  

Siglo XIV a. C. Tutmosis, un joven granjero, pasa sus días modelando la arcilla que encuentra en el lecho del río mientras cuida las cabras de la familia. Un día, el destino llama a su puerta y obtiene la oportunidad de entrar de aprendiz de escultor en un importante taller de Tebas, donde encontrará por fin su vocación. 

Mientras tanto, el faraón Amenhotep contempla preocupado el futuro de Egipto. Su hijo, Amenofis, no posee ningún tipo de inclinación por las armas ni propensión por la violencia. Al parecer, el dios Atón habla directamente con el heredero de Egipto y le induce a abandonar cualquier lucha armada y buscar la paz. 

Desesperado por asegurar la estirpe y la línea sucesoria, Amenhotep, aconsejado por su visir real, da su beneplácito ante la posibilidad de que Amenofis se despose con Nefertiti, la hija de su visir, sin poder llegar a imaginarse que juntos cambiarán para siempre el destino de Egipto. 

Una historia de traiciones, secretos y aventuras que gira alrededor de la búsqueda por el poder de todos cuantos rodean a la corona de Egipto y que nos permite recorrer la historia de los faraones Amenofis III, Amenofis IV (Akenatón), Semenkera, Tutankamón y Ay. 

La faraona oculta nos abre una pequeña compuerta tras la cual se esconde una breve pero interesante introducción al S.XIV a.C., conocido tanto por la fama que precede la belleza e inteligencia de Nefertiti como por el enorme conflicto religioso que entraña. De esta forma, la novela nos permite ver de primera mano la disputa interna que asola Egipto, rodeado de sus enemigos hititas, cuando Amenofis, hijo de Amenhotep III, decide convertir de un plumazo la fe de un país acostumbrado a adorar a decenas de dioses,  en monoteísta.  

El gran culto a Atón, del que el faraón jura tener noticias directas, brota con fuerza como oposición al enorme poder que se acumulaba en las manos de los nomos que adoraban al dios Amón, el cual había empezado a granjear un poder económico y social casi comparable al del propio faraón. En este contexto de debilidad militar, incertidumbre social y sin la presencia de un heredero claro, Abraham Juárez crea un escenario en forma de novela coral que va saltando de un personaje a otro para mostrarnos los puntos de vista de diferentes estratos de la sociedad: princesas desterradas, faraones confundidos, jóvenes obligadas a prostituirse para sobrevivir, niños que juegan a crear estatuas de barro bajo la mirada de mercaderes poderosos y otra serie de interesantes personajes que aparecen y desaparecen con gran presteza en esta ágil novela de aventuras.

La obra brota y surge de dos elementos arqueológicos e históricos conocidos por el público general. El primero de todos ellos es el famoso busto de Nefertiti, creado por el escultor Tutmosis. 

De esta forma, alrededor de este busto el autor construye un backstory y la vida de un escultor del que poco se sabe en la época actual, planteando respuestas al origen de su talento, su llegada a palacio, su relación con Nefertiti e incluso una posible hipótesis sobre por qué este busto se encontró en el armario de un taller en lugar de en un espacio público o las razones de la ausencia del ojo izquierdo. Abraham Juárez opta de esta manera por aportar una visión más romántica a uno de los grandes misterios de la arqueología egipcia, evitando de esta forma las hipótesis que afirman que la ausencia del ojo se debía a que la reina carecía de ojo izquierdo por un glaucoma. 

El segundo pilar alrededor del que se construye la historia se centra en la extraña tumba de Tutankamón. De esta forma, La faraona oculta nos cuenta brevemente la historia del joven y controvertido faraón, aportando cierto contexto a su muerte, su extraño enterramiento y las condiciones atípicas de su embalsamamiento. 


A partir de este punto, Abraham Juárez rellena los huecos que los arqueólogos y egiptólogos todavía no han sido capaces de clarificar con una historia de aventuras y acción en la que prácticamente todos los personajes se mueven en una corte de intrigas, sexo y envidias, compitiendo por una corona que parece más fácil de obtener de lo que cualquier esperaría. 


 En este conflicto, el autor contrapone continuamente en los personajes la idea de la deber moral y el interés económico, mostrando las dificultades que tienen personajes de estratos sociales bajos, como Tutmosis, simplemente para sobrevivir sin la protección de alguien poderoso o el choque entre la iglesia de Amón, acostumbrada a vivir de rentas y ofrentas, y la decisión de Amenofis de castigarlos expropiando todos sus bienes. Así, la obra contiene interesantes conversaciones en las que a menudo los propios sacerdotes de Amón o los consejeros de Amenofis demuestran que, detrás de la religión y las creencias lo único que hay es la motivación por controlar al pueblo y obtener riquezas. 


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—Tu juventud aún no te permite ver que la política y la religión tiene muchos aspectos en común. [...] en ambos casos, su discurso no tiene más finalidad que la de obtener lo que sea más propicio para sus propios intereses. Y se aprovechan de la incultura de quienes los escuchan, pues, cuánta mayor sea su ignorancia, con más facilidad lo seguirán. 

—¿Piensas realmente así siendo sacerdote? 

—Naturalmente. ¿Acaso crees que si el pueblo hubiese sido capaz de cuestionar la existencia de los dioses nosotros hubiésemos alcanzado tantos privilegios? ¿ crees que las gentes no se hubiesen alzado contra Amenofis cuando trató de convencerles de que abandonase las tierras de sus padres, y de los padres de sus padres, a cambio tan solo de promesas? Qué Amenofis desee trasladar la capital a un nuevo emplazamiento no obedece a motivos religiosos, sino políticos, aunque él haya convencido al pueblo de lo contrario. La verdadera pretensión del faraón es la de minar nuestro poder y estrangular nuestra capacidad de enriquecimiento para quedárselo él, en beneficio propio, poniendo como excusa el nombre de Atón.  


Abraham Juárez no realiza el tramposo ejercicio de intentar igualar la posición y las expectativas que tienen los personajes de La faraona oculta sobre la presencia de la mujer en esta sociedad. De esta forma nos demuestra a través de un diálogo carente de toda censura el menosprecio del género masculino por el femenino y cómo este solo ve a las mujeres como simples objetos de los que obtener algo a cambio. La crítica, sin embargo, está ahí: velada y escondida tras una cortina de gasa luminosa. Así, nos describe la belleza de Nefertiti y su inteligencia, así como la formación exhaustiva a a la que se sometió durante toda su vida solo para complacer y convencer al nuevo faraón de ser digna de estar a su lado. Un hombre que, como nos deja bien claro el propio autor, no es ni extremadamente brillante, ni prudente o atractivo, y que sin embargo evalúa y emplea a su compañía femenina en base a un criterio patriarcal y subjetivo. El libro nos narra cómo niñas adolescentes acaban en la cama del faraón de Egipto bajo el beneplácito de sus padres y de su sociedad; cómo hombres flácidos y de barriga hinchada consideran la violación poco menos que la toma justificada del pago por un viaje y cómo estas mujeres deben buscar una forma de sobrevivir en un mundo así de injusto y cruel. 

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