La última voluntad de la tía es darle a conocer la verdadera historia de las mujeres de la familia, a las que Carmen, despectivamente, llamaba «mujeres de hojalata», y a las que consideraba perdedoras, sin ambición ni carácter. Mujeres que, según Carmen, ejercían de víctimas y cuya existencia se resumía en resignación y llanto.
Instalada en esa casa en la que vivió durante su infancia y que ahora quiere vender, la transformación de Carmen comienza al descubrir que su pasado familiar esconde muertes, fracasos y celos, pero también amores prohibidos y otros maravillosos, e incluso actos de valentía por parte de esas «mujeres de hojalata»
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