domingo, 30 de diciembre de 2018

ISABEL LA CATÓLICA O EL YUGO DEL PODER

Publicado por Lucky en 13:47
Los Reyes Católicos, aún siendo las figuras seminales de la gestación de España como país, resultan realmente muy poco conocidos a nivel general. Se conocen, si, sus actuaciones políticas más llamativas, como la unificación dinástica entre Castilla y Aragón, la toma de Granada, el descubrimiento de América, la expulsión de los judíos, etc., etc., pero no es frecuente profundizar más allá.

Episodios sórdidos como la guerra civil que llevó a Isabel al poder en Castilla, el decidido carácter pragmático del matrimonio entre ambos príncipes ibéricos, las múltiples desgracias que se abatieron sobre los hijos de la reina (recordemos, Catalina fue la primera esposa del incansable Enrique VIII de Inglaterra y causa directa del cisma británico, Juana, más que loca, fue víctima de las intrigas de su esposo y su propio padre) o su ardiente fervor religioso que cae muchas veces en la beatería.

Isabel de Trastámara fue ante todo un ejemplo perfecto de reina del renacimiento. Resulta curioso escarbar en su biografía todavía como infanta y descubrir todo un rosario de intrigas palaciegas, juramentos de lealtad y traiciones entre los nobles, destierros encubiertos, sospechas de envenenamiento, gestiones secretas entre las cortes europeas para conseguir el marido más idóneo, en definitiva, nada que la iconografía popular no sitúe en la tumultuosa Italia del momento pero ampliado y amplificado por la pujanza que tenían los tres principales reinos ibéricos.

De hecho Isabel es el producto de uno de los muchas alianzas dinástica que se sucedían en aquellos momentos. Hija de Juan II e Isabel de Portugal, en un principio no estaba destinada a llegar al trono de Castilla, antes que ella estaba su hermano Enrique y por supuesto los descendientes de éste. Sin embargo la nobleza obliga al ya Enrique IV a declarar herederos a sus hermanos (Alfonso e Isabel, en el famoso tratado de los Toros de Guisando) Muerto Alfonso en un accidente y casada en secreto Isabel con Fernando de Aragón, Enrique IV consideró nulo el tratado y proclamó heredera a su hija Juana.

Si hasta aquí se había llegado a base de intrigas y presiones políticas, la situación viró hacia una auténtica guerra de chismes. Isabel se ocupó de difundir que Juana era en realidad hija de Beltrán de la Cueva (de ahí su histórico apodo de La Beltraneja), bulo que en vista de la también rumoreada homosexualidad del rey, se propagó como el fuego. Los nobles, de nuevo, se dividieron entre los partidarios de Juana, con el apoyo de los portugueses, y de Isabel, lógicamente respaldada por Aragón, que acabó en una nueva civil, la victoria de Isabel y el destierro de Juana. Y a partir de ahí, la leyenda.

José Enrique Ruiz-Doménec procura se ecuánime y a la vez que se muestra comprensivo con las decisiones de Isabel y las motivaciones que las provocaron, no oculta su carácter ambicioso e intrigante, obsesivo más allá de la tenacidad, como dejan claro sus manejos para llegar al trono o su exacerbado fervor religioso, ni el desgaste que produjo en la reina los años de gobierno y su desgarrada vida familiar, con un marido tanto o mas ambicioso e intrigante que ella, y por añadidura notablemente infiel, y las poco afortunadas vidas de sus hijos.

Con todo, una mujer con el carácter suficiente como para sobrevivir e imponerse en la agitada sociedad de la época.

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