sábado, 30 de junio de 2018

VIRGINIA WOOLF. VIDA DE UNA ESCRITORA

Publicado por Lucky en 10:32
Ganador del Premio James Tait Black Memorial, este estudio sobre la vida y la obra de Virginia Woolf —en una nueva versión revisada y ampliada por la autora— pretende «articular una narración capaz de rastrear —tan íntimamente como permita la autenticidad— el flujo de memoria e imaginación a lo largo de toda una vida, de manera que veamos a Virginia Woolf tal como ella misma se veía», señala Lyndall Gordon. 

Su infancia, su relación con su padre, su feminismo, su sexualidad y su matrimonio, el círculo de Bloomsbury, sus crisis nerviosas, las convenciones victorianas, la escritura y su relación con la vida, son sólo algunos de los múltiples aspectos que la autora trata en esta obra. Basándose en la copiosa correspondencia, en los diarios y en el abundante material de la escritora —desde sus papeles privados a su narrativa y sus ensayos—, Lyndall Gordon construye, a través de su obra y de los personajes de sus novelas, un excelente retrato de la escritora y de su tiempo.

Lyndall Gordon consigue presentarnos un retrato de Virginia Woolf muy alejado de la imagen que se ha sobrevendido de ella de mujer trágica depresiva que un día se metió unas piedras en los bolsillos para ahogarse y acabar con ese sufrimiento que le suponía el vivir. Nada más lejos de la realidad. Excepto aquellos períodos de profunda depresión causados especialmente por los abusos sufridos en su infancia y por las muertes sucesivas de personas tan importantes en su vida como su propia madre, su hermanastra Stella y su hermano Thoby, Virginia fue una mujer tremendamente vital, apasionada, segura de sí misma, rodeada de gente que la apoyó y entusiasta de la vida y del momento presente. 

Cada obra que Virginia escribió tuvo un por qué, un momento-génesis que levantó como un resorte alguna idea en la imaginación de la autora empujándola a sentarse en su sofá, el tablero sobre su regazo facilitando la escritura, y escribir sobre ello. Como ese punzante recuerdo que regresaba una y otra vez de aquella ocasión en su infancia en que de vacaciones en su casa de verano en Cornualles se planificó un viaje en barca al Faro y a su hermano pequeño Adrian no se le permitió ir. De ahí surge la necesidad de escribir Al Faro como un viaje de regreso a su infancia que le permitiese resucitar a su madre, aunque solo fuese sobre el papel, reconciliarse con el padre y viajar de nuevo a aquella época en la que la muerte aun no se había cebado con la numerosa y unida familia. 

La galería de personajes que van apareciendo a lo largo de esta obra, relacionándolos a todos ellos con la obra literaria de Virginia, es esclarecedora. Desde el papel que jugó su madre Julia en su formación como persona y como escritora hasta el revelador papel del padre, Leslie, a quien logró superar especialmente en el tratamiento biográfico de los personajes de Virginia, la alumna que supera al maestro, pasando por sus hermanos mayores, indignos y abusadores que veían a sus hermanas como una propiedad ante lo que ellas se rebelaron y la siempre leal Vanessa, la hermana de Virginia, su alma gemela, que luego pasaría a la historia como Vanessa Bell una magnífica pintora de vida igualmente interesante. Lyndall, gran conocedora y admiradora de Virginia y de todo el Grupo Bloomsbury se mimetiza con la biografiada en la narración y recurre también al flujo de pensamiento como forma de acercarnos su vida, sus inquietudes y sus pasiones.

Dice Lyndall Gordon que ella quiso escribir esta historia para hablarnos de una escritora que logró sobreponerse a tragedias familiares, enfermedades mentales y físicas, altibajos para contrarrestar la línea argumental trágica, repleta de fatalidad y muerte, que tradicionalmente se le ha venido asignando a las mujeres, incluso asignándoselo como algo natural en ellas porque el genio y el talento femeninos fuese algo contra natura. ¿Eres mujer y te sales del camino marcado? ¿Demuestras tanto talento o incluso más que un hombre? ¿Te atreves a hacerte un hueco fuera de tu casa y de tu cocina? Pues pagarás un precio por ello... Es fantástica esta referencia que Lyndall hace a otra gran mujer escritora que sacó los pies del tiesto:

«¡Por Dios! —protestó la escritora Doris Lessing—, es mujer [Virginia] disfrutaba de la vida cuando no estaba enferma; le gustaban las fiestas, sus amigos, los picnics, las excursiones, las caminatas. Cómo nos gustan las víctimas femeninas; oh, cómo llegan a gustarnos». (Pág. 11)

Sin embargo, Lyndal demuestra ser una biógrafa creíble y objetiva pues lejos de encumbrar a Virginia a las intocables alturas de la exaltación y admiración nos la presenta como una mujer terrenal, obviamente, con sus lados oscuros y sus aristas, como cuando nos habla de Laura, la primera hija de Leslie Stephen, nacida de su matrimonio anterior y hermanastra de Virginia, quien debido a su retraso mental fue apartada de la familia y estuvo siempre al cuidado de extraños y de instituciones mentales. Virginia apenas tuvo trato con ella por ese motivo y tampoco parece que se preocupase en exceso por tenerlo. 

Este episodio junto con algunos comentarios antisemitas (resulta paradójico que Virginia se casase precisamente con Leonard Woolf, un judío «pero sin dinero», como ella misma gustaba de bromear) así como el carácter excesivamente perfeccionista casi hasta la intolerancia de Virginia nos otorga las sombras necesarias para construir este personaje real, a ratos lleno de luz, a ratos inundado en la penumbra.

En conclusión, esta obra es fundamental para poder entender mejor el por qué de la transcendencia de la figura de Virginia Woolf. No solo era una escritora excepcional, que lo era, sino que fue una auténtica exploradora en busca de un lenguaje femenino. Rompió con el machete de su testarudez y su amor por las letras las lianas de la expresividad masculina que enconsertaba el mundo de la mujer. Para ello emprendió un viaje sin retorno por la literatura experimental. En ese flujo de pensamiento se sintió tan cómoda que no solo adquirió más seguridad como escritora sino también como persona, adquiriendo un tono lúcido en sus observaciones sobre la época que le tocó vivir y el espíritu atemporal del ser humano. 

Recorrer de la mano de Lyndall las principales obras de Virginia: Orlando, La señora Dalloway, Al faro, Noche y día... es como hacer un viaje por nuestras propias vidas. 

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