
Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café es un libro de relatos. De los 28 textos que lo conforman, sólo un par no alcanzan al magnífico nivel medio del conjunto. Hay media docena de estupenda factura. Mi favorito es “Bellini”, un juego de dobles que regala algunos giros sutiles nada manidos, y un final redondo. Le siguen, en mi orden de preferencias, “Cruda realidad”, “El piso de arriba” y el muy delicado “El préstamo”.
Lo que más me gusta de estos cuentos es su cotidianeidad y un gusto muy personal por lo pequeño: pequeñas anécdotas, sentimientos cargados de delicadeza, situaciones en que el eje de la acción es un guiño, un tic, un bostezo. Isaac Pachón narra lo diminuto que llena nuestras existencias, y consigue hacerlo relevante. Es un libro que se devora, y que deja al lector con ganas de más. Qué maravilla.
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