martes, 12 de junio de 2018

ASESINOS EN SERIE

Publicado por Lucky en 14:45
A principios de 1978, el agente del FBI Robert K. Ressler (Chicago, 1937) visitó las prisiones donde cumplían condena los siete criminales más peligrosos del momento, entre ellos Sirhan Sirhan, el palestino que mató a Robert Kennedy; Charles Manson y su «mano derecha», Tex Watson; y Edmund Kemper, gigante de dos metros y ciento treinta y seis kilos de peso que acabó con sus abuelos siendo niño, pasó por cuatro reformatorios y cuando salió se cargó a otras ocho personas, entre ellas su madre. Kemper mataba, decapitaba y descuartizaba. La suya era una extrema inteligencia aplicada al mal. Balance penal: siete cadenas perpetuas.

No era la primera vez que Ressler se las veía con Kemper; ya le había entrevistado dos veces con su compañero John Conway. Kemper cumplía con la definición de «asesino en serie», término acuñado por Ressler en un ciclo de conferencias y que entroncaba con recuerdos de los cines de los sábados y los episodios de El Fantasma, siempre con desenlace abierto. «El acto mismo de matar deja al asesino en vilo, porque el crimen no ha sido tan perfecto como su fantasía… Cuando el asesino tiene ese tipo de pensamientos, su mente se adelanta y piensa cómo puede aproximarse más a la perfección la próxima vez.»

El asesino le susurró a Ressler: «Te podría arrancar la cabeza»
El reencuentro con Kemper se produjo en una celda anexa al corredor de la muerte. Fueron cuatro horas de conversación. El agente creía haberse ganado la confianza del asesino, pero tras ahondar en los aspectos más depravados de su ejecutoria, percibió un incómodo silencio: sintió miedo y pulsó el botón para avisar al guardián: nadie acudió. Lo hizo una segunda y una tercera vez... Kemper captó su desasosiego.Le informó de que era la hora de la comida y de los cambios de turno: podrían tardar hasta veinte minutos en venir a rescatarlo. Luego, el asesino sonrió y se puso en pie; desde su altura de gigante le susurró a un Ressler atemorizado: «Si ahora se me cruzaran los cables, ¿no te parece que lo pasarías mal?Te podría arrancar la cabeza y ponerla sobre la mesa para que el guardia la viera al entrar…».

Crónica penal

Aquel episodio le recordó un aforismo de Nietzsche: «El que lucha con monstruos debería evitar convertirse en uno de ellos en el proceso. Y cuando miras al abismo, el abismo mora dentro de ti». Cuando se jubiló después de treinta y cinco años en el FBI, Ressler reunió sus experiencias en un libro en colaboración con Tom Shachtman que publicó en 1992: El que lucha con monstruos. Veinte años después, este clásico de la criminología vuelve a ver la luz con el título de Asesinos en serie, edición actualizada. Porque Ressler fue ampliando un inventario criminal dominado en un noventa por ciento por el móvil sexual.

A Ted Bundy su «don de gentes» le ayudó a matar a una veintena de mujeres
En Asesinos en serie disecciona las personalidades más aberrantes de la crónica penal del siglo XX: Richard Chase, el asesino vampiro que sorbía la sangre de sus víctimas; los mitómanos Mark Chapman, asesino de Lennon, y John Hinckley, el acosador de Jodie Forster que atentó contra Reagan; John Gacy, el payaso asesino de treinta y tres muchachos; Ed Gein, que seccionaba los cadáveres y confeccionaba camisas con piel humana (inspiró el Norman Bates de Psicosis y el Hannibal Lecter de El silencio de los corderos); Ted Bundy, psicópata cuyo «don de gentes» le ayudó a matar a una veintena de mujeres entre 1974 y 1978; el seudomístico Charles Manson, líder de la secta que masacró a Sharon Tate y seis personas más en 1969; Charles Whitman, que tras acabar con su madre y con su esposa produjo una matanza en la Universidad de Texas…

«Organizados» y «desorganizados» según la tipología de Ressler, los asesinos en serie de antaño se reencarnan hogaño: pesadillas hechas realidad.

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