MUJER EN GUERRA

Andanzas de una corresponsal de guerra. 

Una biografía seria, amena y con anécdotas que nos acercan a todas las etapas de la vida de la autora. Una carta le abrió las puertas del periodismo, luego llegarían las primeras entrevistas a los personajes de la farándula. Entre sus recuerdos inolvidables se anteponen sus vivencias como corresponsal de guerra en Líbano, Israel y Panamá.

“El riesgo se presenta como uno de los incentivos más importantes de la profesión de periodista”. Y un riesgo personal es también lo que ha asumido Maruja Torres en estas memorias cuyo título no sólo alude a sus experiencias como reportera de guerra, sino a algo más íntimo como es su lucha por ensamblar las piezas del puzzle de su vida a través del relato de sus 35 años de labor profesional. El retrato que sale de ellas es el de una mujer caudalosa y romántica, de ese romanticismo de los viejos reporteros que confundían la vida y el trabajo, el periodismo y la literatura.

Cuando en 1997 publicó Un calor tan cercano ya observamos una escritura que hacía de ese apasionamiento el mejor recurso para trazar una crónica sobre su infancia en el Barrio Chino de Barcelona, y donde el conflictivo mundo de aquella niña y de las relaciones familiares, tratados sin pudor, era el motivo para saldar cuentas con su propia historia. La historia que ahora se nos narra no es otra cosa que un autorretrato complementario: la de una mujer que abandona un destino cutre de oficinista, con matrimonio y familia como recompensa, y desemboca en el periodismo. Su labor inicial en diversos periódicos de la época franquista, en revistas como “Por favor” o “Pronto”, hasta llegar a “Diario 16” o “El País” nos muestran no sólo las etapas de su biografía, sino también la construcción de su personalidad en ese duro mundo profesional. 

“Lo único verdaderamente revolucionario es [decir] la verdad”. Esa es la divisa que encontraremos en estas páginas. Sin olvidar que, aquí y allá, el libro nos señala una concepción de lo que debe ser el periodismo hoy, desde esa posición vitriólica y rebelde llevada a cabo por Torres. A veces se nos muestra con un estilo excesivamente desmadejado y autocomplaciente, que sin embargo no resta interés ni amenidad a esta crónica que es en el fondo un canto a la persona que la ha escrito.