La sinfonía del tiempo es una novela histórica que arranca en el año 1914 con la primera guerra mundial a punto de estallar y que retrocederá hasta 1862. Una novela que nos va a llevar desde la época del romanticismo hasta la revolución industrial y todo lo que eso supuso para el mundo y para una parte muy concreta de España como es la zona del Cantábrico.
Un paisaje urbano y sobre todo humano que cambiaron significativamente con las máquinas de vapor y la revolución industrial que provocó. Por una parte la transformación de una zona eminentemente agrícola y con un estilo de vida marcado por las estaciones, a ser una zona industrial con obreros venidos de fuera de la zona para trabajar en unas condiciones cercanas a la esclavitud.
Una revolución que también se vio acentuada en la zona del cantábrico por la importancia de sus minerales, sobre todo un hierro muy apreciado para fabricar acero, el material que cambió la historia del mundo.
Todo ello trajo como consecuencia un cambio en la mentalidad del hombre que pasó a creer que la ciencia podía todo. No en vano el vapor había supuesto una revolución en el transporte, desde los barcos a los nuevos trenes, el hombre volaba y no había rincón al que la ciencia pareciera no poder llegar. De ahí que pudiera creer que si alguien afirma que adivinar el futuro siguiendo las pautas de la historia es posible, como hace uno de los protagonistas del libro, pudiesen creerlo.
«Una época única, revolucionaria, donde la ciencia crecía imparable, desafiando a Dios a a los límites del conocimiento, saneando el aire viciado que, desde sus orígenes había cegado al ser humano. Continuamente alumbraban nuevas ideas e inventos con el propósito de hacer la vida más sencilla y cómoda». (Página 128)
Ese es el marco de fondo de esta compleja novela que nos narra dos sucesos muy parecidos pero separados por el tiempo, dos mujeres, madre e hija han tenido que sufrir estando embarazadas como su marido desaparecía. El pasado parece volver a repetirse en el presente. En el pasado, él iba al mando de un barco que se hundió. En la actualidad, él es un joven pintor que deja a su mujer en Londres por un corto tiempo para intentar abrirse camino con sus cuadros en París, pero no vuelve el día acordado. Desaparece.Eso sí, deja un billete y una pista para que ella vuelva a casa de sus padres donde descubrirá en la antigua casa familiar, en aquella habitación donde se encuentra “el armario del tiempo”, una foto con un mensaje que parece venido del pasado al presente.
¿Dónde empiezan y donde terminan las viejas leyendas? ¿Qué hay de realidad y qué de fantasía en ellas? ¿Cómo son posibles fotografías del pasado anticipando hechos del presente? ¿Cómo es posible que un padre que nunca la ha visto, al que se da por muerto desde hace muchos años, pueda conocer detalles de la vida de su hija?
Una novela que, como ocurre en la ciencia, por cada misterio que desvela abre nuevas incógnitas, con lo que al final nos vamos juntando con un misterio detrás de otro, en un embrollo del que el autor consigue salir airoso con un final que aclara todo.
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