
Dentro de tales resortes está el mundo de los medios de comunicación, cuya finalidad más esencial es intentar preservar un orden establecido. Para ello se recurre a mensajes en los que se establece la maldad o bondad de instituciones, países, acontecimientos, situaciones, ideas o personajes. En definitiva, se crean, subjetiva e interesadamente, «dioses» y «diablos».
Dioses y diablos mediáticos nos enfrenta a esta realidad —la de las verdades a medias, manipuladas o cercenadas en pro de intereses ocultos a los ciudadanos— y tiene la virtud de hacerlo de forma amena al tiempo que rigurosa. Las raíces emocionales y la vedetización del público, el endiosamiento de la televisión y la intencionalidad de construir mentalidades son algunas de las categorías explotadas por Reig para dibujar lo indibujable: un panorama mundial comunicativo al servicio de demasiados intereses aperiodísticos.
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