miércoles, 5 de abril de 2017

LLAMÉMOSLA RANDOM HOUSE

Publicado por Lucky en 11:49

El libro que aquí ven resume la vida de un tipo fascinante, Bennett Alfred Cerf (1898 –1971), todo un mito en el gremio de los editores. Un hombre a quien los estadounidenses conocen por dos razones de distinto peso: fue uno de los fundadores de Random House –por eso ha pasado a la historia– y dio constantes muestras de buen humor en sus conferencias, en sus artículos y en sus intervenciones en el concurso televisivo de la NBC What's My Line?, por el que pasaron todas las celebridades habidas y por haber.
Esto último se lo cuento para que no juzguen la obra que nos ocupa como un manual especializado, solo útil para editores o libreros. Al contrario. Llamémosla Random House es una crónica sensacional, vibrante y divertida, por la que desfila el quién es quién del mundo político, cultural y frívolo –léase la alfombra roja de Hollywood y de Broadway–, con un estilo que disfraza de ligereza las reflexiones más profundas. Y eso que Cerf no pudo corregir el texto definitivo, que nos llega en una edición completada a partir de los innumerables apuntes del autor, registrados en veintiuna entrevistas que le hizo Mary R. Hawkins para el programa de historia oral de la Universidad de Columbia.
Hijo de un litógrafo y de la heredera de un emporio tabaquero, Cerf frecuentó los ambientes culturales desde la niñez. Tras licenciarse, tecleó la Underwood en la redacción del New York Herald Tribune y llegó a ser vicepresidente de la editorial Boni & Liveright.
Junto a Donald Klopfer, se independizó de dicha firma después de adquirir parte de sus fondos. En 1927 diseñaron su primer repertorio eligiendo los títulos "at random" ("al azar"), y esa circunstancia les sirvió para elegir el nombre de su futuro imperio, Random House, en el que luego se acomodaron autores como Eugene O'NeillJames MichenerJohn O'HaraTheodor Seuss Geisel (el escritor infantil Dr. Seuss), Truman CapoteWilliam Faulkner o Ayn Rand.
¿Y qué decir de su catálogo? Desde sus inicios, Cerf tuvo claro que suponía un orgullo difundir en Estados Unidos clásicos como Cándido, de VoltaireMoby Dick, de Melville, o el Ulises, de Joyce (en versión íntegra, sin censuras).
Desvelar anécdotas de este libro vendría a ser algo así como aguar su lectura. Sin embargo, no me resisto a contarles una.
Imagínense la escena: Judy Garland recibe la visita de Cerf en el hospital. Está muy enferma y se prepara para lo peor. Quiere publicar sus memorias y propone a Cerf un negro para que se ocupe de escribirlas. Se trata de Freddie Finkelhoffe, uno de los autores del musical Finian's Rainbow. El tipo se queda con el anticipo –quince mil dólares de la época– y entrega unas páginas de muestra. Luego se desvanece, como los buenos embaucadores. Judy se siente fatal ante ese comportamiento, y acepta que le hagan un gran reportaje en una revista. El dinero de la exclusiva, por decisión de la actriz, va a parar a la cuenta de Random House.
Nadie perdió dinero, pero los lectores nos quedamos sin las memorias de Garland, cuyo espíritu generoso nunca venció a su mala suerte.
Como ven, a partir de un relato tan sucinto podría escribirse el guión de una película. Y se trata de una entre los cientos de historias que se entrelazan en este libro apasionante: un aluvión de recuerdos que alumbran una forma peculiar de entender la cultura y el talento, durante aquella época feliz en la que ambos prosperaron en una progresión casi geométrica.
Sinopsis
Bennett Cerf fue un personaje decisivo en el mundo editorial norteamericano. Fundador de Random House, publicó las obras maestras de algunos de los escritores de la edad de oro literaria de Estados Unidos, como William FaulknerJohn O'HaraEugene O’Neill o Truman Capote.
Como editor estuvo atento siempre a los gustos e inquietudes del mercado lector. Jamás dudó en recuperar clásicos como el Cándido de Voltaire o Moby Dick de Melville; enfrentarse a la censura por llevar a Estados Unidos el Ulises de James Joyce; publicar a Gertrude Stein (de la que admitía sin el menor reparo no entender bien sus libros) o a Ayn Rand, cuyas ideas políticas no compartía en absoluto. Asimismo, su fe en las antologías, en el libro de bolsillo o en la edición infantil y juvenil ha modelado de alguna manera la forma en la que hoy entendemos la edición.
Perteneció, como Horace Liveright o Alfred Knopf, a una nueva generación de editores sin prejuicios ni apellidos, que en los años veinte del siglo pasado revolucionó el mundo editorial. Su clarividencia a la hora de entender el papel de los medios de comunicación en la nueva cultura de masas le llevó a convertirse en una figura televisiva y un orador famoso que daba conferencias por todo el país.
Hábil negociador formado en los negocios, sacó su empresa a Bolsa. Y, sin embargo, sus memorias brillan especialmente por el retrato de algunos de los personajes esenciales del siglo XX que nos ofrece en ellas. Amante de la buena vida y las candilejas, fue juez del concurso de Miss Estados Unidos, se casó dos veces con actrices de Hollywood y fue amigo personal de Frank Sinatra.
Trató a toda clase de gente: desde políticos como el presidente Roosevelt, a poetas como Auden o Dylan Thomas. Vivió los dulces años veinte, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y los revoltosos años sesenta. Y si bien murió antes de poder poner punto final a estas memorias, suya es la voz que nos lleva de viaje por una de las historias editoriales más asombrosas que puedan visitarse.

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