
Pero un repentino cambio de decisión por parte del Kommandant altera los planes: solo morirá uno, pero serán ellos mismos los que decidan quién. Comienza así una lucha encarnizada en la que valorar quién merece vivir y quién merece morir no resulta tan sencillo como en un principio parecía.
En el otro lado del campo, el Kommandant ve cada vez más claro que la guerra está llegando a un final trágico, y se pasa la noche jugando con su hijo una partida de ajedrez que resulta ser un terrible espejo de la realidad. La lucha por la supervivencia y la parcialidad de la bondad y la maldad del hombre componen el engranaje de este thriller psicológico apasionante a la vez que profundamente humano.
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