jueves, 10 de noviembre de 2016

COMISIÓN DE LAS LÁGRIMAS

Publicado por Lucky en 21:36
El cántico desgarrador de una mujer torturada es uno de los episodios más conocidos de la historia de Angola. Esa mujer era comandante del batallón femenino del MPLA y fue arrestada, torturada y finalmente asesinada a raíz de los terribles acontecimientos que siguieron al golpe de Estado de mayo de 1977. Cuentan que mientras la torturaban no dejó de cantar un solo instante. 
 
António Lobo Antunes se inspira en este sobrecogedor suceso para contar la historia de Cristina, ingresada en una clínica psiquiátrica de Lisboa en la actualidad. 

En su tormentoso y desbocado torrente de recuerdos, diálogos y episodios traumáticos, Cristina rememora su temprana infancia en África, al tiempo que en el interior de su cabeza se entretejen las voces de su madre, una emigrante portuguesa blanca que ejerció de corista en Angola, y de su padre, ex sacerdote de raza negra y uno de los torturadores de la tristemente llamada «Comisión de las Lágrimas».

El escritor narra aquí la historia estremecedora de lo acontecido en ese país tras alcanzar la independencia de Portugal, concretamente los sucesos ocurridos entre 1977 y 1979, las luchas entre las diversas fracciones dentro del MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola). Curiosamente, si uno busca en las historias o en google información sobre la Comisión de las Lágrimas, que se formó tras el golpe en 1977, encontrará pocos datos. De hecho, el gobierno angolano ha conseguido que se borre de la historia este traumático tribunal. El propósito de Lobo Antunes no es contar lo censurado, sino provocar en el lector el sentido de angustia, el miedo, el terror incluso de quienes vivieron entonces esos horrores.

Y lo hará mediante la mirada o, mejor dicho, los sentidos de una mujer de cuarenta años, que vivió la revolución siendo una niña. Sin embargo, antes de seguir conviene decir cómo cuenta Lobo Antunes. Sus modos narrativos recuerdan a los de Faulkner o de Joyce. No hilvana las escenas como si fueran cuentas de un rosario, sino que utiliza varias voces narrativas, que se cruzan y mezclan, si bien la dominante, la que las aglutina a todas es la de la mencionada niña Cristina. Si bien escuchamos las palabras del padre, de la madre, de un compañero de dormitorio del padre, y así. El lector tiene que permanecer alerta, para no perder las claves del relato, que están allí, pero dispersas. Aparecen cuando menos lo esperas.

Aprenderemos del padre, de sus años pasados en seminario, del abuso sexual que sufrió, del amor que le llevó a casarse con una mujer blanca. Ella fue corista y también conoció el maltrato y la obligación de satisfacer los deseos sexuales de otros. Estos temas aparecen como desgarrados como trapos rotos esparcidos por el texto. Y uno de los más prominentes es el de la Comisión de las Lágrimas, de la que fue miembro su padre, y donde interrogó y martirizó a diversos enemigos políticos.

Una de las historias de tortura figura prominentemente, y corresponde a la de una tal Elvira, conocida como Virinha, quien fuera una comandante de un batallón femenino del MPLA y, según trasmiten relatos orales, durante la tortura nunca dejó de cantar. Este suceso, como tantos ocurridos durante las matanzas y luego las purgas revolucionarias relacionadas por la lucha por el poder, por el dinero, por las rentas del petróleo, que sigue hasta hoy día, ha sido, como dijimos acallado, silenciado. Pero este libro aunque no es un documental de los hechos, cuenta sin ambages cómo la revolución arrebató la inocencia a quienes participaron en ella. A falta de los textos perdidos, las actas que recogían los nombres de los torturados, los delitos de que se les acusaban, Lobo Antunes ha compuesto un texto muy literario. Su escritura está llena de alegorías, de símbolos, que apuntan a cómo el ser humano, el sujeto, experimenta el caos revolucionario, y que dicen lo que los textos perdidos jamás podrían decir, que el dolor psíquico es mayor que el físico, porque nunca termina.

Por eso, Cristina, que vive recluida en una hospital psiquiátrico confunde "la vida que me pertenece con la vida de los demás, cuál de estas creo ser yo en medio de cientos de personas que no dejan de molestarme, exigiéndome que las oiga, que se acercan a mi oído, me cogen del brazo, me empujan, surge una cara y enseguida se superpone otra discurseando, a veces no discursos, secretos, confidencias, preguntas" (pág. 62).

Podrán los políticos haber borrado la evidencia, pero el recuerdo del horror queda bien constatado.

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