
Durante la investigación, una manada de coyotes ataca a Tempe. Al ser espantados uno de los animales abandona un pie humano que llevaba en la boca, el cual, para sorpresa de la científica, no pertenece a ninguno de los cuerpos de los pasajeros que iban en el avión siniestrado.
¿A quién pertenece ese pie? Este enigma se añade a las dificultades imprevistas con las que la antropóloga forense se encuentra para establecer las causas del accidente, ya que al parecer existen evidencias siniestras que apuntan en una dirección inesperada.
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