
Las horas en vilo en el hospital, los días en coma, los meses de rehabilitación intentando que la vida de la pequeña consiga algo de normalidad, le revelan a Clara que puede sacar fuerza de no sabe dónde para afrontar la tragedia, pero a la vez, la van sumiendo en un estado de agotamiento y culpa que su exmarido, absolutamente insensible a su dolor, aviva y alimenta.
Unos días de excursión del colegio de Belén le permiten finalmente tomarse un respiro y Clara emprende un viaje a un lugar del Pirineo donde encontrar un poco de paz. Pero una tormenta de nieve la hace tomar el rumbo equivocado y la obligará a refugiarse en la cabaña de un hombre arisco y taciturno, Éric, quien a pesar de ofrecerle su ayuda resulta molesto con su presencia.
Ese tiempo en la cabaña, aislados del mundo, serán días de confesiones mutuas, de pequeñas y grandes complicidades entre dos seres heridos pero con una férrea voluntad de vivir.
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