
Aún adolescente participó en la huelga de 1934 y pasó por la cárcel, donde se radicalizó. Tras un viaje a Moscú logró unificar las juventudes del PSOE y del PCE en vísperas de la Guerra Civil, para a continuación unirse a los comunistas. Durante la guerra ocurrió uno de los episodios más oscuros de su vida, la matanza de presos rebeldes en Paracuellos, cuando era responsable de seguridad en Madrid.
Tras la guerra permaneció treinta y ocho años exiliado, siempre en la dirección comunista, que ejerció con mano de hierro. Su giro hacia el eurocomunismo y su papel fundamental en la Transición aliviaron su figura.
Paul Preston, el historiador más importante del siglo XX español, autor de las biografías definitivas de Franco y de Juan Carlos I, dedica su nuevo libro a uno de los personajes más fascinantes e inasibles de la historia reciente de España.
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