viernes, 1 de febrero de 2013

LIQUIDACIÓN FINAL

Publicado por Lucky en 13:03
Mientras los griegos ricos se las ingenian para no pagar impuestos, los griegos empobrecidos por la crisis sólo pueden indignarse ante el escandaloso fraude fiscal o desesperarse ante el empeoramiento de la situación. 

Sin embargo, un hombre ha decidido pasar a la acción y tomarse la justicia por su mano. Con cartas de amenaza y armas anticuadas, se dispone a ajustar cuentas. 

Entretanto, en la Atenas al borde de la quiebra, todo está patas arriba, excepto el Departamento de Homicidios. 

No hay crímenes, sólo rutina y burocracia. Cuando encuentran el cadáver de la primera víctima que se cobra ese peculiar justiciero, el comisario Kostas Jaritos casi siente alivio. 

Su jefe le ha hablado de un posible ascenso, pero de momento le han recortado el sueldo y su hija Katerina piensa en emigrar porque no encuentra trabajo. Y él tiene que atrapar a un asesino que realiza una obra «providencial», aplaudida por muchos ciudadanos.

El problema con Liquidación final es que el asesino puede caer simpático. Demasiado simpático, de hecho. (Si hubiera alguna titulación universitaria para asesinos en serie, este libro podría ser una buena lectura obligatoria). Bajo el nombre de "El Recaudador Nacional", la novela nos presenta a un superhéroe griego que envía una nota de liquidación a empresarios y políticos corruptos, instándoles, con una prosa envidiable, a pagar lo que deben a Hacienda.; el resultado de no pagar es más grave que una simple multa. 

Una sensación agradable comienza a tomar cuerpo cuando vemos que, tras un par de “liquidaciones”, el asesino consigue recuperar millones de euros para el estado al ritmo en que cunde el pánico general entre los corruptos y se deciden a pagar. A eso tenemos que sumar el tono elegantemente anacrónico del Recaudador, que firma sus crímenes con un guiño a Sócrates y a su gallo: Ya con la cicuta en las venas, a Sócrates se le ocurrió usar sus últimas palabras para saldar la deuda de un gallo. Pues eso, Historia Antigua. 
  
No nos engañemos: Sócrates, su gallo, los gestos nobles y el pago de deudas pertenecen al pasado. Atenas es perfectamente intercambiable por Madrid, o por cualquier otra Capital Europea de la Crisis. Liquidación Final se limita a pintar un presente gris, el más gris que he leído en Márkaris. El Comisario Jaritos apenas habla y pasa la novela dentro de un coche, entre atascos y calles cortadas por manifestaciones y huelgas.


Adrianí, su mujer, también pierde la elocuencia y la serenidad. Ni que tiene que decir que políticos, banqueros, diputados, sindicalistas y policías siguen llevándose lo suyo. Hasta los indignados, a los que sólo falta sacar en procesión al Recaudador Nacional y que llegan a hacer un crowfunding en plaza pública, euro a euro, para pagar “a la única persona que hace bien su trabajo” en Grecia, suenan poco convincentes. 
  

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