Once cuentos autobiográficos en donde se narran anécdotas con finales "moralizantes". Donde la moraleja de la que hablo no es más que la ley (que por cierto aún está discutiendo el Congreso) que da título a la obra: "La ley de Herodes" O te chingas o te jodes.
En medio de personajes variopintos cada cuento se desarrolla en un México que peca de canijo y al mismo tiempo de mojigato. Podemos distinguir de entre una anécdota de mujeres de la vida galante, amantes varias, boyscouts, un sospechoso agente de la CIA y hasta los trámites para legalizar un terreno que pertenecía tanto al gobierno, a una congregación religiosa y a civiles -justo como el México de antes de la reforma-.
Todo esto aderezado con el humor negro característico de Ibargüengoitia (Irma Buengoitia diría Fox), del cual no puedo creer que fuera un malhumorado según dicen los que saben.
Se recomienda discreción al leerse pues, si usted lo lee en vía pública no evitará la mirada de terceros al emitir risas escandalosas.
En medio de personajes variopintos cada cuento se desarrolla en un México que peca de canijo y al mismo tiempo de mojigato. Podemos distinguir de entre una anécdota de mujeres de la vida galante, amantes varias, boyscouts, un sospechoso agente de la CIA y hasta los trámites para legalizar un terreno que pertenecía tanto al gobierno, a una congregación religiosa y a civiles -justo como el México de antes de la reforma-.
Todo esto aderezado con el humor negro característico de Ibargüengoitia (Irma Buengoitia diría Fox), del cual no puedo creer que fuera un malhumorado según dicen los que saben.
Se recomienda discreción al leerse pues, si usted lo lee en vía pública no evitará la mirada de terceros al emitir risas escandalosas.
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