Cuando Ruth es testigo de unos eventos muy sospechosos en la gasolinera de su barrio, empieza a dudar de sí misma, pensando que está volviendo a sufrir de psicosis, y todo su entorno le refuerza esta teoría. Los propios lectores no sabemos si lo que ha presenciado es real o es tan solo producto de su enfermedad.
Aparte de Ruth, hay una serie de personajes principales: Giles, su marido; Sandra, una amiga y vecina; Liam, el marido de Sandra y la señora Callahe, la madre de Liam y vecina y el bebé de Ruth y Giles, Bessie. La presencia de Giles incide especialmente en la poca fiabilidad de Ruth dentro de la historia, lo cual repercute en la confianza del lector sobre Ruth.
Creo que Whitney hace un buen trabajo enfatizando la falta de fiabilidad de Ruth como narradora, pero a su vez utilizando esto para hacer una crítica al estigma de la depresión postparto en la mujer. Como se centra en Ruth, podemos observar de cerca los estragos y dificultades que conlleva sufrir de esta enfermedad y a su vez ejercer de madre.
El ritmo de la novela está bien conseguido, aunque hay una diferencia importante entre ambas mitades del libro: la primera avanza más lenta y apenas ocurren eventos, mientras que en la segunda parte no paran de ocurrir cosas. Tal vez hubiera resultado más efectivo un ritmo balanceado entre ambas partes, pero en cualquier caso es una lectura que te engancha y te hace querer seguir leyendo para averiguar lo que ha ocurrido.
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