Christian II `el sanguinario`, rey de Dinamarca, espera a Isabel, su esposa de apenas catorce años. Aunque no se conocen y no hablan el mismo idioma, ella acepta el futuro que le impone su abuelo Maximiliano I de Austria, porque sabe que el destino del Imperio siempre estará por encima de su felicidad.
Flandes, 1515. Isabel de Habsburgo —también llamada Isabel de Austria—, la tercera hija de Juana I de Castilla (la Loca) y de Felipe I de Austria (el Hermoso) ha sido destinada por su abuelo Maximiliano I para casarse con Christian II, conocido por muchos como `el sanguinario`.
Con casi catorce años de edad, Isabel emprende entonces la marcha en un barco que atraviesa sigiloso el río Mosa. Seguido por el resto de las naves de la flota danesa, sigue la ruta establecida hacia el Mar del Norte. Desde las orillas, la gente saluda alegre, pero nadie intuye la tristeza de la niña que va camino de ser la reina de Dinamarca, Noruega y Suecia.
Pronto ella conocerá el dolor de un marido extraño, 20 años mayor, que prefiere siempre a su amante. Aun así, Isabel lo seguirá, después, cuando lo pierdan todo, cuando deban partir lejos y solo encuentren un poco de sosiego en la doctrina de Lutero.
Este es el relato de una vida hecha de renuncias y que, a pesar de su breve existencia, se convirtió en un admirable paradigma de un tiempo crucial para la Historia. Sin embargo, el paso fugaz de Isabel de Habsburgo por la vida y los destellos del imperio inconmensurable donde nació fueron apagando su nombre hasta extraviarlo en el olvido.
Las mujeres han sido las grandes víctimas de la Historia. Han sido ninguneadas, anuladas, usadas como moneda de cambio, sometidas a la dictadura masculina, desnaturalizadas… y todo ello lo podemos encontrar en la figura de Isabel de Habsburgo, una de las hijas de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso, con solo 13 años ha de abandonar la confortabilidad de su hogar para entregarse a un rey desconocido y lejano que ni siquiera habla un idioma comprensible por ella. ¿Puedes ponerte en la piel de esa niña que es apartada de todo lo que le es conocido y querido, de la que se espera la grandeza de una buena reina, y que es introducida en un reino inmerso en constantes cambios y tensiones?
Este libro es una excelente clase magistral sobre la historia y el frágil equilibrio político de la Unión de Kalmar y las relaciones de los reinos que lo formaban. Pero sobre todo es una obra que habla de sentimientos y una acusada premonición de tragedia sobrevuela sus páginas. Desde el mismo comienzo, cuando Isabel comienza el diario a bordo de la nao que la llevará a su nuevo hogar, un halo de fatalismo embarga a su figura que asume que aquel solo es el comienzo de una gran tribulación. No se equivocaba, pronto se da cuenta que ha dejado atrás los días felices al lado de sus hermanos y siempre bajo la custodia de su tía Margarita de Austria para vivir al lado de un hombre 20 años mayor que ella que mantiene una larga relación de años con una joven holandesa, hija de la que ha convertido en su principal consejera. Isabel es una mujer que atisba en algunos momentos la felicidad al alcance de la mano para acto seguido ver como se le escapa entre los dedos. Una historia de dolor y entereza sobre una heroina, no por sus gestas sino por su entereza.
En la obra de Scheuber se da una inusual mezcla de sentimientos y datos históricos, donde abos componentes se dosifican con habilidad: se van intercalando lecciones magistrales de historia nórdica que hacen comprensible el devenir de los acontecimientos. Pero lo que más sorprende de esta autora es la capacidad de replicar la vida diaria del siglo XVI con un nivel de detallismo muy minucioso que te hace sumergirte en esta historia. Realmente pasar las páginas de este libro es sumergirte en otra época, en un cuadro minucioso donde lugares, personajes y costumbres gozan de definición fotográfica.
Para los amantes de la novela histórica esta sin duda será un obra que no podrán evitar, así como las otras dos que componen la que hasta ahora es una trilogía formada además por Juana la Reina, loca de amor y Leonor de Habsburgo.
Isabel pasó a la historia con el nombre de Isabel de Austria, aunque fuera una Habsburgo por parte de su padre Felipe I de Habsburgo el Hermoso. No sé por qué no se le reconoce la estirpe Habsburgo en el nombre tal y como hace la autora del libro.
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