martes, 26 de noviembre de 2013

EN NOMBRE DE FRANCO

Publicado por Lucky en 12:08

Últimos meses de 1944. Budapest. Casi medio millón de judíos húngaros han sido ya deportados a los campos de exterminio. 

El Danubio es una fosa. Las embajadas de los países neutrales tratan de salvar a los perseguidos que, en condiciones de vida infrahumana, aún se refugian en la ciudad. En la legación de España, Ángel Sanz Briz y un valiente grupo de franquistas buenos aplican con especial pasión humanitaria las instrucciones del gobierno de Franco, que ve en la protección de los judíos un salvoconducto ante el sombrío futuro que presagia la inminente derrota nazi. 
Pocas veces se justifica tanto la existencia de un título y de un subtítulo en un libro. En los últimos meses, la actividad diplomática de Sanz Briz solo tuvo por objeto la salvación de los judíos, siguiendo las órdenes de su gobierno y el modo de actuar de las embajadas del resto de países neutrales. En nombre de Franco nos embarca en varios viajes a la vez: uno físico, a través de Europa, otro histórico, al invierno de 1944, y otro psicológico –y hasta sentimental– para intentar comprender las actitudes y las motivaciones de los protagonistas. El libro se divide en dos partes. En la primera, el autor presenta a los protagonistas y sitúa sus acciones con un marco general político que no había sido aún suficientemente investigado: la actitud del régimen franquista respecto a la persecución de los judíos en Europa. En la segunda, intenta deshacer algunos equívocos que sembró un personaje también equívoco, Giorgio Perlasca. 

Este italiano con vocación de español escribió mucho sobre aquellos hechos, atribuyéndose el mérito y ninguneando a Sanz Briz y a otros miembros de la legación española que se jugaron la vida –y en algunos casos la perdieron– intentando salvar a cientos de perseguidos. Su versión es la que se ha impuesto. Hasta ahora. El 7 de diciembre de 1944, Ángel Sanz Briz (Zaragoza, 1910–Roma, 1980), embajador español en Hungría, abandonó Budapest camino de Berna. No fue una huida. Se mantuvo en la ciudad sitiada hasta que la situación se hizo insostenible; su vulnerabilidad era también la del gobierno de España. Junto a Suiza, Suecia, Turquía, Portugal y el Vaticano, España era uno de los países formalmente neutrales aún presentes en Budapest. 

No obstante, para los bolcheviques, a las puertas de la ciudad, España era un país beligerante. Y es en ese punto donde emerge la figura del Impostore Giorgio Perlasca (Italia, 1910–1990), un comerciante de carnes, antiguo voluntario en el bando franquista durante la Guerra Civil, al que Sanz Briz había dado refugio en la embajada. Perlasca –según su propio testimonio– se hizo pasar por su sustituto y salvó muchas vidas. El italiano y sus hagiógrafos –prosperó el sobrenombre de Schlinder italiano–, además de hacer una apología de su conducta, cargaron con crueldad y sin prueba alguna contra Sanz Briz. De esta manera, el comportamiento heroico del embajador y de sus colaboradores más cercanos en la legación quedó en un tercer plano, oculto tras la impostura de Perlasca. Por diferentes motivos se ha presentado la actuación humanitaria de los diplomáticos españoles en favor de los judíos, durante el Holocausto, como iniciativas individuales desconectadas de la política exterior del régimen franquista. Sumergiéndose en archivos oficiales y privados, consultando cartas y documentos personales de los protagonistas, y entrevistándose con testigos que los conocieron, Arcadi Espada demuestra que los judíos húngaros fueron salvados, en nombre de Franco, por franquistas que obedecían órdenes del gobierno español. 

Justificar a ambos ladosEl autor cita los documentos, libros y otras fuentes orales y escritas con rigor científico. ¿Ejemplos? Muchos y desde muy pronto. El 20 de noviembre de 1940 se reunieron en la embajada española en París el ministro de Exteriores, Serrano Suñer, el embajador de España, Lequerica, el cónsul en París, Rolland de Miota y Otto Abetz, el embajador alemán. En esta reunión, los españoles sostuvieron que sus súbditos debían quedar fuera de la normativa antijudía. En julio de 1944, el embajador en Lisboa, Nicolás Franco, se reunió con dos importantes dirigentes judíos. En la trastienda estaba Javier Martínez de Bedoya, un teórico agregado de prensa que, en realidad, cumplía órdenes del ministro de Exteriores para impulsar las operaciones de salvamento de los judíos europeos desde distintas embajadas españolas.

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