Creado, no nacido. Su nombre es Eva. El mito y la leyenda la envuelven en misterio.
Ahora escuche su historia.
La primera mujer del mundo, sin defecto hasta una decisión fatídica. Ahora toda la humanidad debe pagar por el error.
Desde el paraíso hasta el exilio, desde la inmortalidad hasta la muerte de Adán, experimente el amanecer de la humanidad a través de los ojos de Eva, la mujer conocida por primera vez como Havah
Ella conoció esta tierra cuando era perfecta, como ella era perfecta, una criatura sin defecto. Creada por Dios como ninguna otra, Eva vivió en absoluta paz como la primera mujer del mundo, hasta que tomó una decisión, un error por el que toda la humanidad sufriría.
Pero, ¿cómo se sintió ser la primera persona en pecar y experimentar el exilio? ver la inocencia desmoronarse tan vívidamente;
¿Y presenciar cómo emerge en su lugar un mundo nuevo, extraño y más oscuro?
Desde el paraíso hasta el exilio, desde la inmortalidad hasta la muerte de Adán, experimente el amanecer épico de la humanidad a través de los ojos y el corazón de Eva, la mujer conocida por primera vez como Havah.
Havah es una mirada tremendamente apasionada, honesta y llena de gracia a la vida de los primeros antepasados de todos los humanos, Adán y Eva. Esta historia cambiará tu forma de ver, pensar y evaluar su vida y la fatídica decisión que los llevó a la caída. Honestamente, te lo pensarás dos veces antes de juzgarlos con tanta dureza como lo has hecho antes porque verás con qué facilidad podríamos haber tomado la misma decisión si estuviéramos en su lugar.
Después de leer este libro, comprenderás cómo la decisión de Eva fue tomada tanto por ella como por Satanás para hacer caer en desgracia este nuevo rostro humano al igual que él. Sin embargo, para nuestro deleite y para consternación de Satanás, Dios no nos dejó sin un camino de regreso a Él. En vez de eso, sembró una esperanza en Adán y Eva y planificó un evento futuro que nos daría una forma de volver a Dios y a Su gracia. Alabado sea nuestro Dios amoroso y misericordioso. Él hizo precisamente eso, ¡pero sería a su tiempo! Adán y Eva no vivieron para ver la restauración de la raza humana de vuelta a Dios, pero vivieron lo suficiente como para entender que el tiempo de Dios era suyo y que Dios NO les había dado la espalda a pesar de su pecado. Todavía los vigilaba y velaba por ellos. Simplemente no podía estar tan cerca de ellos como lo estaba antes de la caída porque no puede ver el pecado.
Lo que más me impactó al leer este libro fue la degradación de la conexión/relación que Dios compartía con Adán y Eva, así como de la relación entre Adán y Eva antes de la caída. Incluso la relación de Adán y Eva con los animales antes y después de la caída realmente me pareció algo en lo que nunca había pensado antes. Realmente me impresionó «ver» cómo estas relaciones pasaban de la perfección a lo que hoy definimos como una relación normal con Dios, otros seres humanos y los animales que nos rodean. Esto realmente me entristeció y me hizo esperar y anhelar esa comunicación/relación perfecta que este libro presenta antes de la caída. Oh, cómo espero que sea realmente así cuando lleguemos a Heave. Mi corazón anhela tanto esa perfección, esa conexión, ese nivel de conciencia, que lloraba cada vez que surgía un conflicto entre Adán y Eva y entre sus hijos, que ponía de manifiesto la pérdida o el deterioro de esa relación que alguna vez fue estrecha. No puedo imaginarme cómo empezaría a lidiar con la pérdida de un don tan magnífico si estuviera en el lugar de Eva.
Toda vida tiene una historia algún día, y la vida de Eva es una historia que podría llenar demasiados libros para contarlos si los humanos conociéramos todos los detalles. Creo que nuestro amor por su historia se convertiría en desesperación y tal vez no nos esforzaríamos tanto para destruirnos unos a otros, sino que nos esforzaríamos más para acercarnos unos a otros a Cristo a fin de restaurar lo más posible, mediante el sacrificio de Jesús, el estado perfecto anterior de amor y relación con nuestro Creador que existía antes de la caída. Quizás entonces comprenderíamos realmente cuánto ama y aprecia Dios tanto el sexo masculino como el femenino, ya que ambos provienen de su propia naturaleza. Quizás entonces este mundo no sería un campo de juego tan fértil para Satanás y sus demonios. Quizá lo pisotearíamos más y uniríamos los baluartes de nuestras vidas. Quizás entonces el cuerpo de Cristo volvería a vestirse del blanco más puro y limpiaría su corazón y sería quien Dios quería que fuera.
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