Carcasona, 1357. En los tiempos del papa Inocencio VI, en el sur de Francia, reina la peste y la Inquisición. Por entonces, la teocracia dominaba autoritariamente los resortes del poder y sometía al pueblo a sus aviesos propósitos, mediante el arma infalible de la ignorancia.
Mientras la Europa de los fortificados castillos feudales vivía tiempos de turbulencia, confrontación y fanatismo, la peste barría poblados enteros. El paisaje era de muerte y desolación.
Mientras la Europa de los fortificados castillos feudales vivía tiempos de turbulencia, confrontación y fanatismo, la peste barría poblados enteros. El paisaje era de muerte y desolación.
En una oscura, húmeda y nauseabunda celda, la torturada abadesa Marie Françoise aguarda el momento de ser conducida al cadalso donde, en nombre de Dios, deberá arder como una pira humana. Se le acusa, sin pruebas, de haber cometido un acto obsceno que ofendió al Papa. Quienes la han observado confortar a los leprosos y a las víctimas de la implacable peste, afirman que se trata de una santa. Sin embargo, su magia curandera ha despertado la ira del monstruo que se oculta detrás de hábitos e hieráticas sotanas: el ciego fanatismo dominante.
El monje escriba Michel es el encargado de obtener su confesión antes de que sea condenada a la hoguera. De ese modo, escuchará una historia sorprendente: la abadesa pertenece en realidad a una antiquísima y misteriosa secta de seguidores de la Virgen María que poseen poderes sobrenaturales… A medida que la abadesa avanza en su relato, Michel se va sumergiendo en un mundo mágico donde se enfrenta al bien y al mal, y en su corazón irá creciendo la imagen de una mujer santa, valiente y noble.