Los ocho hombres que protagonizan este libro fueron monstruos sin serlo. Daniel soñaba que se ahorcaba. A Pedro le gritaban «pederasta» en el bar. Los hijos de Francesco ya no sabían si él les había pegado o no. Inocentes, tal vez doblemente inocentes, fueron sentenciados por la sociedad y les arrancaron aquello que más amaban: a sus hijos.
Ellas, en cambio, fueron condenadas en los tribunales, pero a la vez canonizadas como madres ejemplares por la calle y la política. La sociedad de la hipocondría moral, en la que nadie quiere ser el malo, había emitido su veredicto.
A ritmo de thriller moral, con pulso cinematográfico y elementos de crónica de sucesos, Algunos hombres buenos da voz a estos hombres hasta ahora mudos. Y retrata, con una emoción desatada, la pesadilla vivida por los más inesperados antihéroes de la época de la liberación femenina: unos tipos que, si fueran mujeres, serían mujeres maltratadas.
Pero no podían serlo. Porque eran hombres.