Hace algunos años, Colette Dowling, escritora norteamericana de éxito y madre de tres adolescentes, descubrió algo que hizo tambalear el concepto que tenía de sí misma: quería simplemente que alguien cuidara de ella, la mimara y la hiciera sentirse segura.
Luego descubrió con sorpresa que ese mismo deseo lo compartían miles y miles de mujeres, incluso aquellas que parecían haberse liberado tras superar muchos tabúes.
Es este complejo de inferioridad el que la autora denomina «complejo de Cenicienta»: la creencia de muchas mujeres de que el «Príncipe azul» existe realmente, de que siempre habrá alguien más fuerte para apoyarlas, protegerlas, y tomar por ellas las decisiones más importantes.